2 ago 2011

Voces

Solo veo oscuridad. Hay demasiada sangre en el suelo... Es ¿mi sangre? Pronto se escapará la vida de entre todas las heridas. Cada restallar del látigo en mi cuerpo me recuerda dolorosamente que sigo vivo

... ¿Dónde estás?...

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Nunca había sentido tanta rabia dentro de mí. La ira se convirtió pronto en un nuevo aliento. Como si un aire fresco, más puro y poderoso que ningún otro, entrara en mi cuerpo, animando lo que creía muerto hacía tiempo. Las sombras que quedaron enterradas en un pasado volvieron a tomar vida, como viejas amigas que me saludaban con una sincera sonrisa.

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De su ser emanaba una fuerza que me atemorizaba. Los infernales utilizan fuerzas monstruosas y a veces incontrolables. Los elementos, sus propias naturalezas demoníacas. Pero lo abisal... era un terreno que era mejor no pisar. Se había atrevido a traspasar el límite, sin saber las consecuencias. ¿O quizás sí? ¿Hasta donde sería capaz de llegar?

...

Desperté en un mar de luz. Demasiada luz para la pesadilla de la oscuridad que había vivido. Estaba soñando. O eso, o estaba muerto, de forma definitiva. Se había acabado el dolor, o eso creía hasta querer incorporarme. Un nuevo latigazo me sacudió la espalda cuando lo intenté. Pero lo que siguió fue mucho más reconfortante

Una mano en mi pecho, que temblaba, me obligó a tenderme de nuevo. Era Sol, y me miraba como no lo había hecho nunca. Apenas podía parar quieto, sin decidirse a acercarse a ¿abrazarme? o pegarme, o tal vez a quedarse donde estaba.

- Has dormido mucho - dijo con una sonrisa triste
- Nunca lo suficiente - le respondí con un poco de sorna - Qué... ¿qué te pasa?
- Anoche casi te perdemos, y creo que no fue poca cosa - me aclaró, dejandome un aleteo en el pecho
- Os las arreglaríais sin mí
- ... El caso es... que yo no quiero hacerlo, no sin ti - dijo en un susurro, atreviendose a mirarme fijamente

No alcancé a comprender hasta que fue "demasiado tarde". Pocos segundos después, se había sentado en la orilla de la cama, junto a mí. Apoyó una de sus manos, haciendo un arco sobre mi pecho. Y la otra mano ascendió desde mi cuello hasta mi rostro. Lo siguiente fue un tímido beso que me dejó sin respiración

Todo ese aire contenido, como una explosión, quiso salir de cualquier modo. Cerré los ojos sin atreverme a acariciarlo, tan solo a posar mi mano sobre la suya. Así estuvimos, quedos y en silencio, sin atrevernos a separarnos, sonriendo para mí. Sabiendo que tenía una nueva luz en mi camino

2 comentarios:

  1. Son esos momentos los que hacen que cada segundo de tu vida sea un regalo. La verdad, aún no sé cómo sentirme.

    ~Kyra~

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  2. ¡Aaaaaaaaaahhh, que monosidad, por dios!

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