29 dic 2018

Cambios en el mando

Parscia marchaba una vez más. Después de la destrucción que habíamos iniciado en este pequeño punto de Bisra, todo iba a cambiar.

Hijas e hijos de Parscia desfilaban, haciéndose notar a nuestros enemigos con el ensordecedor ritmo de sus pasos, avanzando hacia la victoria. Y sabía, que de estar entre ellos, mirando sus rostros, vería en sus ojos un brillo especial. No era más que esa luz que daba la esperanza de regresar a casa antes de lo esperado, dando fin a todo este sufrimiento, pero mezclada con ese miedo de haber visto cosas increíbles... y que alimentarían sus pesadillas durante los años que estaban por venir.

Quizás así luchasen con más fiereza. Si mataban a todos los Ile-Riens sobre este continente, no tendrían que volver a escuchar cómo el fuego devoraba a las gentes de Bisra. Sí, pocos lo verían así, pero estaba por verse cómo sucedería la batalla final.

Mi imaginación me había transportado junto a los soldados, pero no... mis pies seguían en lo alto de la pequeña montaña que decoraba el campamento donde habían descansado estos días, donde podía contemplar nuestra grandeza.

El frío arreciaba, y las heridas en mi rostro empezaban a quemar una vez más al contacto con ese viento helado. Eso aumentaba mi ira, que solo lograba calmar la carta que ahora quedaba oculta en mi abrigo.

En esa carta, las palabras más sabrosas que podría imaginar. Bezler, hasta ahora cabeza del escuadrón más poderoso de Parscia, respondería ante mí. Su resistencia durante años a mis métodos no había servido de nada, pues la verdad había acabado por quebrar todo pudor, toda excusa, toda palabra que estuviese en mi contra. Se avecinan tiempos de sangre y muerte, y serán los cimientos de nuestro imperio.

Los dioses sabrían perdonar todo aquello que les hiera. Al fin y al cabo, ellos han construido el camino que ahora sigo. Y por ellos que llegaré hasta el final.

27 dic 2018

Lo mejor de la aventura

Esta noche apenas puedo dormir. No dejo de darle vueltas a todo lo que he vivido en el campamento de los soldados de Parscia. A veces me despierto tras haber soñado que soy yo la que está dentro de esas jaulas, mal nutrida y sucia, castigada físicamente y coaccionada. Ojalá el hombre al que ayudé a escapar se los hubiera llevado a todos. Ahora él debe estar lejos de aquí, a salvo. Quizá el odio creciendo en su corazón. Al igual que en el del Capitán Hefron.

El Capitán... me dan escalofríos de recordarlo. Lo que he hecho tras haber ayudado al prisionero de Ile-Rien ha desencadenado que, si era posible, su odio sea aún mayor que cuando llegué al campamento. No por eso me arrepiento de haber colaborado en su huida.

De hecho, creo que todos mis compañeros están preocupados por mí ahora debido a todo lo que he visto. Y es natural, yo también lo estaría en su lugar. Sin embargo, a pesar de todo lo horrible que he podido encontrar allí, no puedo evitar sentirme satisfecha por haber formado parte de todo eso durante este corto tiempo. Los soldados de Parscia me acogieron bien, al igual que los conversos de mi propia nación. Nunca imaginé que eso fuera posible, de hecho creo que no existe esa posibilidad en el bando de Ile-Rien.

Al menos el recuerdo de jugar con ellos, de contar anécdotas o historias de terror y de verles beber y fumar, olvidando durante unos momentos su destino, me hace sentir una agradable sensación dentro de mí.

Como decía mi hermana Ada: "Quédate siempre con lo mejor de la aventura, o si no todo lo malo que pueda ocurrirte será lo único que recuerdes al volver a casa".

5 dic 2018

Parece imposible que permanezcamos todos juntos. Me estaba frustrando y asustando demasiado todo, y más aún al escuchar la noticia de que Alexandra había muerto. Las esperanzas se estaban diluyendo, y el miedo a perder más aún me hizo agarrar la llave y desear que mi padre viniera con nosotros.

Aún no entiendo cómo funciona esto. Ahora los tres están juntos y yo... podría haber ocupado el lugar en la celda de mi padre, y si mi madre tiene razón y lo que querían aquella noche era a mí, podría haber significado algo terrible.
Pero ni mi padre estaba en la celda ni Alexandra estaba muerta.

Ahora creo que estamos más lejos aún. Pero... ¿de qué? No puedo volver a casa. No puedo estar con mi familia porque ahora deben estar muy lejos. Solo la tengo a ella, caminando a tientas, sin saber a dónde ir. Tengo el nombre de la ciudad donde les dejé, pero nada me garantiza que vayan a estar allí cuando yo llegue. Me pregunto si Ada se sentirá igual de perdida que yo. Si no tenía opción de volver a casa... ¿cuál sería su destino?

Tenemos que seguir adelante, simplemente. Ocultarnos, sobrevivir, y con un poco de suerte encontrar a mi familia. Que Dios, o los Dioses, o quien sea... nos protejan.

2 dic 2018

"Simplemente... no están"

La reunión se había prolongado demasiado tiempo, y lo único que había pedido para sí misma eran unos momentos de soledad en sus jardines privados. Alexandra todavía escuchaba las voces que continuaban demandando atención, proponiendo iniciativas absurdas, destinando recursos a causas que estaban arruinando la nación...

Cuando había pasado una hora que sabía a poco, la encontraron. Sus doncellas conseguían eliminar esa sensación de ser constantemente perseguida, pero no cuando cargaban esa expresión. Traerían la preocupación habitual, la expresión de que debía volver a la circulación de palacio donde podían atenderla... pero también traían mensajes, podía verlo en su forma de tratarla. Por más que siguiese con la mirada a Mya, no conseguía encontrarla.

Al final, se arrodilló en el suelo a su lado, solo entonces pudo tomar su mano con firmeza. Estaba fría, como de costumbre, pero esa vez temblaba.

— Mya. Dime. —le dijo, con infinita paciencia.

— Esa muchacha, su familia, Khaneres... — comenzó a decir, insegura. — Seguían estando bajo protección. Pero anoche una cuadrilla asaltó su casa. La matriarca ha sido encontrada, pero la niña y su madre no están. Simplemente... no están. — explicó, quedándose en un hilo de voz. Parecía querer explicar más, pero no había forma de hacerlo.

Alexandra permaneció estática, mirando hacia ella pero sin ver absolutamente nada durante unos segundos. La suave brisa que atravesaba el jardín hasta llegar a ellas era lo único que podía sentir en aquellos momentos. Poco más tarde llegaría la incredulidad, el frío abrazo del miedo y también el veloz despertar de la ira.

Temblando junto a Mya, Alexandra soltó la mano de su doncella y se levantó. Miró a su alrededor, sintiéndose atrapada. Solo en el cielo que comenzaba a cubrirse de nubes encontró refugio.

Todas las doncellas se retiraron, temiendo su ya conocida ira.

Una vez sola, comenzó a buscar explicaciones en su mente, a gran velocidad.

Podían estar presas, ocultas, lejos de su protección.
También muertas, y con su supuesta desaparición distraer su atención del verdadero punto de mira.
Pero había posibilidades de que huyeran, hacia ninguna parte. Todo lo que había más allá de las fronteras era muerte y desasosiego.

Todas esas posibilidades hacían que su corazón se acelerase, o simplemente se añadiese un peso adicional a su corazón, más allá de todo lo que su posición le obligaba a cargar. Simplemente no podía más.

No podía continuar acercándose a personas en las que veía luz, para ver como estas eran tocadas con la oscura niebla que se cernía sobre la nación... y que surgía de la misma capital. Todo lo que tocaba, era destruido.

La ira que temían las personas con las que compartía su vida, Mya y tantas otras, no llegó. Solo una frágil calma con la que debía proceder a partir de entonces, que solo ocultaba un miedo mayor de lo que podía gestionar.

Las Khaneres volverían a casa... y quizás ella misma las encontrase.

20 oct 2018

Una unión fragmentada

Las palabras seguían fluyendo en la sala, junto con toda su fuerza, cuando el mal la invadió. La presencia del Caos fue percibida por aquellas personas sensibles a lo invisible y sobrenatural... y por las que llevaban demasiado tiempo cerca de ese tipo de oscuridad.

Incluso podía percibirse cómo el alma que había sido arrancada de su cuerpo, de Moira, abandonaba el lugar, quizás para siempre si nadie la anclaba a su mundo. Pero entonces el ser que se movía entre tejidos de Argonath ya estaba atento, sintiendo que una nueva oportunidad para la caza se estaba presentando.

Los guardias que vieron como la más allegada a la Emperatriz rompía con el protocolo para acercarse a ella no se alarmaron, era más bien esperado. Por eso no se movieron, no reaccionaron, no la detuvieron. Hasta que llegó aquella luz azul.

Su cuerpo comenzaba a envolverse en un aura que a pesar de su luminosidad auguraba frío, lejanía, terror. Esa luz se convertiría en un arma que podría acabar con la Emperatriz y el que sería su compañero de vida, solo que alguien parecía preparado para evitarlo.

La atención de esa nueva criatura que había tomado forma humana perdió su atención sobre la Emperatriz y sobre la Gran Atalaya, y se encaró con aquella maga que hacía tiempo había perdido la cordura y que decían era familia de Thross.

Cuando el Concilio comenzaba a materializar a sus agentes, la amenaza no estaba clara. ¿Cooperaban? ¿Se habían diferenciado hasta que volvieran al ataque? Cualquier posible amenaza debía ser eliminada, aunque fuera para proteger a toda aquella gente que había querido asistir y en esos momentos huía hacia todas las direcciones en las que creían poder encontrar una salida.

Toda la familia Thross se quedó congelada, observando como en soledad Catherin se encaraba con aquella criatura que dominaba los actos de a quien consideraba una amiga. Sol, sintiendo como el efecto de cada sustancia que había consumido antes del gran momento desaparecía por el miedo, se giró y fue a cumplir lo que creía que era su papel.

Aquella gente que se alzaba en gritos contra la Emperatriz y toda su sangre empezaban a ver su victoria demasiado cercana y eso era peligroso para todo aquel que estuviera presente.

Iefel en esos momentos terminaba de conjurar ciertas protecciones que garantizarían algo de seguridad a su familia, para después coger a su pequeña. Noruber tuvo que imitarle con las dos más jóvenes, y empezar a buscar una salida. Llamar a su compañera no serviría de nada, tenía algo que cumplir y estar en medio solo le complicaría las cosas.

La Gran Atalaya, sintiendo lo que ocurría y lo que todavía no se había dado, solo podía concentrar su energía en cerrar el paso a fuerzas mayores... pero incluso para ella era demasiado. Cuando sintió que desfallecía, más de los que estaban traicionando al Imperio y a todo lo que este suponía llegaron a su posición. Se aprovecharon de su indefensión para tomarla y hacer que todo aquel que opusiese resistencia se rindiese al momento, pero la Emperatriz no estaba dispuesta a que eso ocurriera. Había tenido la prudencia de armarse y pronto aquel insulso que creía poder dominar la situación sangraba hasta morir.

Era el momento de escapar, escapar si podían llevarse a Catherin en el camino... y huir de Moira, que en aquellos momentos ni siquiera parecía ella. Su cuerpo deformado por esas oscuras hastas que surgían desde su cráneo hasta la espalda habían hecho de ella algo monstruoso, y que no dudaba ante nada en arrancar más vidas.

A pesar de todo el caos que había surgido, los defensores de la Emperatriz creían tener todo bajo control, durante unos momentos... pero solo el Caos sabía que solo acumulaba energía para acabar con todo aquel plan que tanto se estaba postergando.

Fue entonces cuando se materializaron las raíces que dan vida al mundo, que lo mantiene cohesionado, evitando que todo se destruya. La ira y la emoción de la caza al Caos fue tal, que las Raíces no pudo evitar que su cuerpo tomara dimensiones descomunales... pero al momento supo que aquello paralizaría absolutamente todo lo que los mortales estuvieran haciendo. El miedo podía paralizarles, el miedo podía acabar con todo...

Los cristales rotos plagaban el suelo, como los cadáveres y todo aquel que había desfallecido en la batalla. Todo aquel que estaba vivo miraba con puro terror su forma cambiante y monstruosamente grande. No importaban, no importaban mientras se mantuviesen cuerdos, quietos, haciendo caso a su instinto de supervivencia. Ahora el Caos estaba en sus manos, como el alma de aquella muchacha que lo portaba consigo... su destino no le importaba demasiado, pero quizás mereciera la pena mantenerla con vida... y bajo control.

12 oct 2018

La cuenta atrás

Las pruebas se repetían una y otra vez. Un nuevo ensayo para asegurar que el evento sería perfecto, cumpliría las expectativas de todos los presentes y se cumpliría toda la gloria que pertenecía al imperio. Y a cada nueva repetición pensaba en que nos acercábamos más al fracaso más absoluto.

Gente que llega tarde.
Mis nietos se escapan.
Catherin decide que es mala idea e interrumpe la unión.
Iefel se desmaya para no despertar hasta al menos el día siguiente.
Sol se desmaya también, solo que debido al alcohol.

Solo de pensarlo me entran ganas de desaparecer, esconder la cara tras las manos... y es entonces cuando interrumpo otra sesión, solo que de vestuario. Me miraba al espejo y apenas me reconocía. Aquella opulencia, aquellos gastos, aquellas personas que iban a entrar en mi vida y que significarían más de lo que yo deseaba pero no en el sentido que yo deseaba...

Dejé que me quitaran la ropa que debía llevar en el gran día y me dejaron a solas. Cuando volví a cruzar mi propia mirada en el espejo fue cuando encontré a otros ojos sobre mí. Moira sonreía de forma tímida, apoyada en el marco de la puerta. Cuando la descubrí, se mostró más divertida, y entró en mis aposentos.

— No serán dudas eso que veo, ¿no?

No pude más que reírme, intentando esquivar la pregunta.

— Si me dices que tú no dudarías, entonces puede que empiece a sentirme mal. — le respondí. — Pero no, no voy a dejar que... los nervios me ganen esta batalla.

Ella estaba lo suficientemente cerca como para darme un toque en el brazo, un gesto cariñoso con el que quería darme ánimos. Después se alejaba, dejándome la posibilidad de regocijarme en esa sensación.

— Hace unos días tomé una decisión... y parece que las personas implicadas están también de acuerdo. — me comentaba, y esperé en silencio a que resolviera mi intriga. — Creo que no seguiré mucho más tiempo aquí, de momento. Tu hijos y sus familias me acogerán en Aevloran... hasta que todo pase.

Ella cerró los ojos para acariciarse la frente, quizás pensando en lo que había dicho. No era grave, solo era una extraña forma de referirse a la unión: como una terrible tormenta.

Asentí, solo podía hacerlo mientras ponía en orden mis pensamientos.

— Eres... una gran parte de la felicidad de Morrow. Y también eres parte de mi vida. Quiero que estés aquí, que tengas ganas de... regresar a casa. Así que no lo dudes, cuando estés preparada.

Un abrazo sería lo ideal para culminar aquella conversación, después de todo, pero no llegó. Quizás cuando volviese, cuando se cerrasen todas las heridas... y por fin formasemos una familia unida.

10 sept 2018

Viaje VI - El fin

El viaje ha concluido. Hace bastante que no escribo pues los últimos acontecimientos sucedieron de forma precipitada. Ha sido difícil, el Caos se interesó por Morrow para provocar lo que su nombre impone en este mundo, y al intentar impedirlo le arrebaté la vida a Moira.
A pesar de que Zandhur consiguió salvar su alma de las garras del Caos y ahora camina entre nosotros, es algo que no podré perdonarme. Podría volver a suceder, y seguramente la próxima vez no habrá salvación alguna. A veces lo que me ayuda a proteger también se convierte en un arma contra ellos.

El Victorioso fue asesinado, nos quedamos sin ninguna pista sobre dónde encontrar el antídoto, y las esperanzas se esfumaron casi por completo. Sin embargo, la Tierra y el Cielo, los Dioses o quién demonios quiera, me guió hasta ella en una tierra sagrada que nunca debí pisar.
Todo... ¿para qué? Para darme cuenta de que no, los Dioses no quieren que yo libere a esas criaturas, sino más bien atormentarme por mi pecado.
"Esto es lo que le pasará a tu hija". Ahora tengo dudas de si ella debería saberlo o no.
Se acabó, estoy curada y lo único que he encontrado en mi viaje son malas noticias. Todo para esto.
Quizá nunca debí escribir a Kennara sobre los suyos para protegerla de un futuro inevitable, pero que algún día llegará.
Dioses... ¿qué he hecho tan horrible para que me castigueis así?

8 sept 2018

Huyendo en mitad de la noche

Las noches resultan más frías en este maldito lugar. Ya no hay refugios, ni para el cuerpo ni para el alma, en el que olvidarlo. Ojalá tener esos refugios.

Me miro las manos y siento como se congelan por momentos, haciéndome perder la movilidad de las mismas. No siento los dedos, ya no responden a mi voluntad. Pueden volver a estar bajo mi control, como otras veces ha estado pasando. O puede ser la última vez que pueda dominar mis movimientos, si esta nueva condición termina apoderándose de mí.

Me ha ralentizado. No, me ha detenido por completo.

Todavía puedo ver las luces de su campamento desde aquí. Podrán verme en este desierto que parece infinito, con toda la furia por el abandono, cuando aparezca de nuevo la estrella por el horizonte. No debía escuchar, no debía estar ahí. La urgencia de un mensaje de la guardia me hizo olvidar la privacidad del momento.

Ahora, mientras espero a que llegue el calor de nuevo a mi cuerpo para retomar el camino, pienso si agradezco haber escuchado secretamente... o me arrepiento amargamente de ello.

Quizás en este camino que estoy por descubrir encuentre la forma de dominar a ese ser que observa desde otra dimensión. Dioses, ni siquiera puedo entender exactamente cómo funciona, por qué y si alguien puede pararlo. Pero si va a hacer presa de mí, encontrará a otras víctimas con las que hacer daño... y puede que no todo sea tan terrible.

Todo esto me hace cuestionar el valor que tiene mi vida ahora mismo, el daño que podría evitar al desaparecer de todo y para todos. Sigo caminando para no pensar en ello, no todavía.

Si voy a morir, que el horror de mi cadáver no sea encontrado.
Y si voy a vivir, que no sea para convertirme en una amenaza para aquellas personas que he llegado a amar con demasiada intensidad.

3 sept 2018

De nuevo en la oscuridad, en el fango, en el silencio del que había escapado. Esta vez, sin seguidores que puedan hacerme ver que hay un sitio al que volver. Descuidé a los que encontré, en busca de una presa mayor, y ahora no hay NADA.

En este refugio no deberían encontrarme, ya deberían haberse cansado de buscarme en este lugar. Aunque sientan mi esencia, quizás la tormenta imparable en la que me he encerrado les ahuyente... y quien no tenga valor para intentar capturarme, quizás pase de largo y se conforme con saber que sigo aquí, herido y sin las fuerzas para volver.

Solo imaginando cómo vengarme de los mortales cualquier forma ya parece suficiente para hacer que esta eternidad sea más liviana. Especialmente cuando se trata de ella.

La oportunidad para hacer de este mundo un poco más fiel a su naturaleza está perdida.
La moneda de cambio que debía brindarme algo de paz, también perdida.
Así como el poder alimentarme de esa alma, tan aferrada a la vida, a aquello que amaba. Hubiera sufrido durante eones mientras la consumía.

En cualquier caso, hay un nexo inquebrantable que nos une ahora... y aunque en diferentes planos, ella sabrá que la observo, que la sigo... y que esperaré a capturarla cuando el momento llegue.

26 ago 2018

Viaje V - Epifanía

He estado reflexionando desde el comienzo de mi viaje sobre algo que todavía no había plasmado aquí. Por mucho que lo deteste, los Dioses existen y forjan caminos en contra de nuestra voluntad. Es pretenciosa pensar que quizá sean tan severos conmigo porque soy capaz de hacer cosas grandiosas, llevar a cabo cambios necesarios en este mundo. Como ya ha ocurrido en el pasado. Como puede que suceda en el futuro.
En un principio pensé que estar infectada por esta enfermedad era debido a que estaba destinada a encontrar el antídoto y salvar a los afectados. Arrogante y egocéntrico, sí, pero al menos daba un sentido a tanto sufrimiento gratuito.
Sin embargo ahora, después de lo que he encontrado ahí abajo... creo que la enfermedad no es más que una excusa. De ser así, significarían muchas cosas. Desde que recientemente pacté con el Refugio para que nacieran más seres como mi hija, los Dioses han buscado la manera de hacerme saber que ya existen. Para ello tuve que ser infectada por una enfermedad cuya cura está exclusivamente en la castigada Medor... donde se esconden no sólo uno, ni quizá solo veinte. Sino cientos de ellos.
Puede que los Dioses quieran que lo saque todo a la luz, que los salve, que les permita vivir una vida en comunión al resto de criaturas de esta tierra.
Estoy destinada a cambiarlo todo, siempre lo he hecho, y lo seguiré haciendo hasta el fin de mis días.
Por fin lo entiendo todo.

24 ago 2018

Viaje IV

He tenido que despedirme de Kennara. Sé que prometí dejar que eligiera su destino, pero mi deber como madre es enviarla a casa. Cuando sea más adulta podrá cumplirlo, y si aún quiere, yo misma viajaré a su lado para que encuentre las respuestas que busca.
Siempre son duras, las despedidas últimamente son demasiado frecuentes en mi vida, y nunca habían estado tan cerca de ser definitivas.
Espero que en casa pueda estar bien, ser feliz. El resto continúa con su vida y eso me ha permitido descansar mejor últimamente.
--
Ha llegado el momento de Athor. Sé perfectamente cómo se siente, pero este viaje tenemos que seguirlo solos. Para empezar nos hemos cruzado con esclavistas y muy a mi pesar nos hemos unido a ellos para tener más garantías de llegar a alguna parte.
Pero soy incapaz de dormir. A cada cual que observo de reojo creo ver a mi antiguo amo, él estaría encantado de estar en este lugar. No me extrañaría encontrármelo, aún sabiendo que la Emperatriz se hizo cargo hace años de él.
Pero no puedo evitarlo. Solo de pensarlo tiemblo, y ojalá se quede solo en un mal trago que pasar antes de separarnos de esta gente.
--
Parecía que nombrarla en mi anterior reflexión era una invocación. Ya conocía que Morrow estaba en Medor, pero no esperaba que el encuentro fuera tan pronto.
Ha destruido por completo esta caravana de esclavistas y ahora viajamos juntas.
En parte me siento absurda, me fui huyendo de esta unión y ahora el destino me la ha traído conmigo. Eso me hace pensar que podría haber hecho las cosas bien desde un principio, hacer saber a todos que me marchaba de viaje con ella, dejarles tranquilos desde el principio.
Pero... Cuando me marché, lo hice creyendo no volver nunca. Sin embargo ahora continúo para volver lo antes posible.

21 ago 2018

Viaje III

Cuando pensaba que tendría que marcharme sin mi pequeña, creía que me estaban arrancando el corazón. Sin embargo ella renunció, y las consecuencias fueron tal y como podía imaginar. Por suerte yo aún estaba ahí, y no iba a dejar que hicieran más daño a Kennara. De hecho, no les iba a dejar salir impunes de todo esto. Me sentí bien cuando asesiné al capitán delante de sus compañeros, a pesar de utilizar una magia que me traería consecuencias. Hubiera hecho estallar todo por los aires de no ser porque apenas me quedaban fuerzas, y mi hija estaba ahí. Pero ahora está conmigo y viajaremos juntas. Por fin respiro.
--
Zandhur ha aparecido justo cuando estaba a punto de besar a Athor. Estaba tan cerca... que de haber venido un instante más tarde, nos habría descubierto. Y entonces no sé que habría hecho.
Aún así, siendo culpable de desear a otro hombre y no luchar demasiado por evitarlo, detesto la reacción de Zandhur. Ahora, en frío, después de haber estado en su cama, pienso en el daño que podría hacerme de traicionarle.
Supongo que en parte reacciona de una forma natural, más incluso que Noruber. Aunque no tengo justificación... no debería estar viviendo todo esto.
Sin embargo, ¡que demonios! Esos besos permanecen en mis recuerdos, y nadie podrá arrebatarmelos.

18 ago 2018

Viaje II

El tiempo pasa demasiado lento en este barco, sobre todo cuando el hambre empieza a hacer mella. Pensaba que un viaje en mar desde Kaine-Duin hasta Dalanvor era ya de por sí peligroso. Pero no hay punto de comparación. Apenas tengo tiempo de escribir salvo este momento. Por lo menos ya no escribo como si hubiera perdido el juicio, quizá porque ya lo he hecho. Los asaltos, el hambre, las tormentas... Al menos me permiten pensar en otra cosa.
Pero a veces se me olvida qué estoy haciendo aquí. Y de hecho creo que estoy descuidando algo... sin embargo no consigo recordar de qué se trata.
--
Por fin llegamos a tierra, aunque no del mejor modo. Casi como si hubiéramos naufragado, la mayor parte de la tripulación no ha podido sobrevivir. Al menos Athor y Mekra están a salvo y viajan conmigo. No imaginé tener tan buenos compañeros de viaje, en tan poco tiempo ya les quiero demasiado. Agradezco que no me odien por haberle transmitido mi enfermedad, aún no entiendo cómo no lo hacen.
Pero no voy a seguir cuestionandolo, necesito pensar en positivo por una vez.
--
¿Qué me ocurre? Anoche Athor me besó, y yo le correspondí. Creo que estoy demasiado ansiosa de emociones y de vivir, y aunque ahora mismo podría presumir de una relativa libertad, más adelante seguro me arrepentiría.
Pero lo necesito. Apenas sé nada de Zandhur, y es el único que puede tocarme en mis circunstancias. Necesito calor, hay demasiado amor dentro de mí... y demasiado fuego.
--
He encontrado a mi niña. Por unos instantes me sentí decepcionada, pero no de ella. Pensé que había sido tan horrible como madre que mi hija solo se veía a sí misma como un arma. Ojalá poder encontrar a más como ella y que sean todo lo que ella cree que no es, cosas buenas.
Pero ahora solo agradezco saber que está viva, y me llena de orgullo verla como su padre.
Aunque también me da un poco de miedo... pero muy poco.
Mi viaje tiene cada vez más sentido.

15 ago 2018

Buscando nuestra luz

Había tomado el caballo en silencio y se alejaba del campamento. No tenía mucho tiempo para comprobar si le pillaban, merecía más la pena intentar escapar y buscar, seguir buscando.

Aunque fueran solo unos días más.

Se montó rápidamente, al alba, y espoleó al caballo. Ya creía escuchar movimientos de suscompañeros de viaje, pero no había tiempo. Volvería, eso sin duda. Aunque cayera una indudable tormenta por sus acciones, no lo lamentaba.

Quizás pudiera detenerla, convencerla de volver a casa. Quizás...

Hubiera seguido pensando en las múltiples posibilidades que había si la encontraba, pero algo se i

nterpuso en su camino... literalmente. Ethan había logrado saltar para placarle aún en la montura, tumbándola de esta.

El caballo, asustado, siguió corriendo un poco más, y quedó en la distancia. Mientras, Noruber intentaba alzarse del suelo zafándose de su atacante. Podía ser cualquier cosa, y estaba dispuesto a
luchar. Cuando logró quitarse la capa de la cara para poder ver, los puños que tenía alzados para el combate... casi se lanzan a por Ethan.

Este estaba en el suelo también, haciendo por levantarse pero con más lentitud... y por supuesto más quejidos de dolor.

— ¿QUÉ HACES?

— Ay... pues tú que crees. — dijo Ethan, por fin en pie, para crujirse la espalda poco después. — No puedes marcharte así.

Ambos se contemplaron durante unos momentos, sin saber qué hacer o qué decir exactamente. Podían tener que echar a correr una vez más, para objetivos contrarios, y debían estar preparados.

— Estaba a punto de hacerlo, no puedes impedírmelo siempre. — acabó diciendo Noruber, bajando la posición de combate, mirando hacia el suelo.

— Pues lo intentaré. Porque hay gente que te necesita ahí atrás, de donde venimos. — le recordó, encarándose.

En su rostro había tanto cansancio y tristeza como frustración y determinación en el de Noruber. Al final, esos primeros sentimientos parecieron contagiarse.

— Ella volverá. Siempre vuelve. — le recordó, tocándole el hombro suavemente.

Y en el silencio de la mañana, los dos no tuvieron más remedio que abrazarse. Una de esas pocas veces que ocurría, pero más necesaria que nunca.

13 ago 2018

Viaje I

Querida Catherin:
¿Qué estás haciendo? Has dejado atrás todo lo que amas y por lo que vives. Sin ellos, por mucho que logres sobrevivir, ¿qué piensas hacer? ¿De verdad esperas que te perdonen una vez más? Estás muy equivocada, aunque logres salvarte acabarás muriendo sola.
Espero que al menos te vuelvas loca antes de darte cuenta del error que has cometido.
---
Querida Catherin:
Ya has escuchado a Zandhur, en casa te comparan con tu madre y Noruber no quiere volver a verte. En caliente o no, la sombra que arrojas ahora no es la tuya, y ellos no volverán a verte del mismo modo.
Hoy hemos descubierto que nuestro espíritu animal, si es que eso existe, es un lobo. Siempre en manada hasta que cuando le toca morir, se esconde en cualquier rincón para morir solo.
Me pregunto en qué rincón moriremos nosotras.
---
Catherin:
Hemos conocido a dos compañeros de viaje en potencia. Te recuerdan demasiado a ti y a tu padre y eso no es bueno, significa que vas a encariñarte muy pronto. Te recuerdo que huimos de todo eso y que cualquier lazo supone un peligro para ti y para los receptores.
Recuerda no tocar a nadie, es sencillo. Creo que va siendo hora de hacernos con unos guantes, ¿cómo se te pudieron olvidar en casa?
---
Hoy has hecho algo que no está bien, pero al menos nos ha permitido sentirnos un poco vivas. Parece que a Zandhur no le ha molestado tanto, al fin y al cabo no teníamos intenciones de llegar más allá.
Esto nos ayuda a olvidar un poco y hacernos creer durante una noche que nuestra vida es más sencilla.
Qué pena que el día siguiente siempre llega.
---
Por fin hemos zarpado, supongo que así nuestra familia no va a encontrarnos tan fácilmente. Aún teniendo a Sol, él no es omnipotente, y espero que así sea. No necesitamos hablar con nadie sobre esta decisión, ya sabemos que no es la correcta y que nos hace infelices, pero no queremos que nos lo recuerden.
A veces sé que deseas que te encuentren, Catherin, pero eso te hace ser muy egoísta. Dejales vivir de una vez, permitirles ser felices. No es tan difícil, ¿verdad?
---
¡Te dije que no tocaras a nadie, maldita sea! ¿De qué sirve salvar la vida de una persona si eso implica condenarla de un modo más lento y terrible?
Deberías abandonarle, dejarle parte del antídoto y que no te encuentre nunca más, antes de que decida vengarse y matarte.
Pero... También deberías ayudarle después de lo que le has hecho...
Deberías cortarte la mano, así seguro no volveras a contagiar a nadie nunca más.
Somos un galeno que contiene una plaga dentro de sí.
¿Hay algo que hayamos hecho bien a lo largo de nuestra vida?

10 jul 2018

A vuestra salud

Este aroma me recuerda a cuando, antaño, me escapaba de mi castillo para simplemente conocer el bosque, descubrir que no había nada nuevo que encontrar en él salvo esa paz y tranquilidad.
Hace mucho tiempo que no la siento, no hay manera. Esa parte oscura de mí es demasiado extensa y llega hasta cada rincón de mi cuerpo, gritando para acallar los susurros de una Catherin que implora ser liberada y bañar el cuerpo de bondad. Pero es un río en comparación a este océano de oscuridad. Solo el opio me ayuda a escuchar un poco esos murmullos, o al menos, a dejar de escuchar los gritos. Ninguna otra cosa me ayuda, eso me inquieta a la par que me alivia.

Aquí, tumbada en este bosque apenas explorado, observo al infinito, un cielo en pleno ocaso que deja ver poco a poco el fin del día. Un día más como todos, carente de calma.
Me pregunto sobre la ingratitud de los seres que nos crearon y me río al pensar que después de todo lo que he hecho, mi final está escrito. Es curioso como ellos son incapaces de nadar dentro de mí y conocer la injusticia de esta condena. Lo observan todo, si es que lo hacen, sobre una torre envuelta en una cúpula de indiferencia y egoísmo. Ya no quiero suplicarles un perdón que sé que no merezco. Pero al mismo tiempo me enfurece saber que otros hicieron acciones terribles, más que incluso las mías, y nunca fueron condenados de este modo.

Ya he cumplido mi primer requisito para condenarme eternamente, supongo que en parte es lo que estaba establecido. El odio es un sentimiento demasiado poderoso, y el primer requisito para seguir odiando.

Cada uno de mis actos son a vuestra salud, ingratos.

1 jul 2018

Protegiendo vidas

Dicen que llegaron hasta Aevloran huyendo de la muerte y del silencio. Cruzaron el mar intentando pasar desapercibidas, cargando con un secreto que valía lo bastante como para perseguirlas hasta tan lejos.

De cualquier modo o trasfondo que las persiguiese, han llegado aquí y ahora es la protegida de la misma guardiana de la ciudad. Y por supuesto, toda su familia se ha volcado en su protección, tal vez incluso descuidando las amenazas que nada tengan que ver con todo este asunto.

No hay nada que temer, eso es cierto, ningún otro enemigo o ataque inminente que nos ponga en jaque... al menos no en un futuro próximo. Lo que queda de mi familia todavía está en paradero desconocido y tardará en volver a la carga, si es que todavía desean mi muerte.

Y no puedo evitar sentir algo de envidia por todo ese cariño, ese tiempo y esa dedicación volcados en su protección, en su seguridad, en que pueda sentirse tranquila a pesar de lo vivido.

No dejo de preguntarme si hubiera sido así, el cómo hubiera sido de tener la oportunidad.

También me cuestiono las consecuencias para toda la ciudad, para su familia, si me dejo llevar por el deseo más arraigado en mi corazón en estos últimos días. Si dejara que la sangre corriese por mis manos, ¿qué ocurriría?

¿Llegarían las tropas de los Benko a destruir aquello que dirijo, que todos los demás a mi alrededor no solo protegen si no que también aman? ¿Causaría la destrucción de esta pequeña paz que hemos construido? ¿Volvería a ver muestras de amor como las que he podido ver en estas horas pasadas?

Mucho en lo que reflexionar, demasiadas vidas a considerar... y un pasado que contemplar con añoranza.

21 jun 2018

Muerta en vida

Despertó, fría como el aire que recorría la habitación en la que yacía. Lo último que recordaba era un dolor intenso que amenazaba con quitarle la vida, y después de eso todo era oscuridad.

Intentaba recordar mientras recorría los sombríos corredores de una estancia que no acababa nunca. Escaleras que le permitían ascender y descender cada vez le inspiraban más la imagen de una torre en su cabeza. Pero sentía que estaba en un lugar como ningún otro en el que hubiera descansado.

Su aliento se agotaba, casi como su paciencia. Pero no había rabia, solo cansancio, agotamiento.

Cuando desfalleció, cerró los ojos durante unos segundos. Sentía el sabor a metal de la sangre en sus labios. ¿Cuanta sangre había derramado? ¿Y cuanto tiempo había pasado desde que la había vertido? Parecía que el tiempo no pasaba en ese lugar.

Cuando abrió los ojos, una mano huesuda le ofreció levantarse. La poca carne que cubría esos huesos no parecía real, ni siquiera emitía el calor acostumbrado... de un cuerpo vivo. No sintió miedo aún cuando sabía con certeza que aquella criatura que la miraba con compasión no estaba en el mundo de los vivos.

El mundo en el que ella vivía. O en el que solía habitar.

Todo había empezado con las palabras a Keith, tan fiel a Amara, como siempre. Quizás lo suficientemente fiel como para acabar con ella. Quizás lo suficientemente fría como para atraer su atención mientras alguien servía ese golpe mortal.

¿Por qué entonces seguía con vida? ¿Cómo había escapado de aquel pozo de oscuridad en el que se había hundido, mientras creía morir?

Habría que buscar el modo de escapar. No sería la primera vez. Y si era imposible, si no había salida, quizás podría descubrir si sangraban de la misma forma.

27 abr 2018

En la última noche

La noche parecía ser demasiado larga, ya nada se escuchaba salvo sus respiraciones. Cuando me había decidido a calmarme y a intentar dormir, fue cuando Keerla abrió los ojos. Tardó unos segundos en descubrirme allí, a su lado, como siempre quería estar. Cuando lo hizo, solo sonreía.

- Hola... - susurró, sin más fuerzas por el agotamiento de aquel día tan extraño.

Sacudí la mano suavemente después de volver a acercarme a su lecho, también sonriendo.

- Vaya día, ¿eh?

- Un día de locura... te voy a esconder las piedras que encontremos en los caminos. - le advertí, haciendo que se riera sin muchas fuerzas.

- Que tonto eres...

Se hizo el silencio entre los dos, cada uno de nosotros perdiéndose en océanos de dudas, de pensamientos, de anhelos, de lugares en los que podrían estar... Ekaris casi se iba a sumergir en mayores profundidades cuando escuchó su voz.

- ¿Crees que fue él?

La pregunta era casi obligada, pues había estado en todos ellos al menos unos segundos. Si la habían descartado o no, era una lucha muy personal.

- Fue allí, ¿no? Donde nos encontramos. - repuso Ekaris, encogiéndose de hombros.

- Como si creyese que allí era donde todo pudiera decidirse. Cambiar el destino y cosas así. - sugirió ella, mirando hacia el techo.

- Solo espero que la próxima vez, si es que vuelve... venga a por mí. Le haré reflexionar sobre lo que ha hecho.

Su voz se había ido calmando, hasta convertirse casi en un pensamiento apenas verbalizado. Sin embargo, Keerla pudo escucharlo. Su reacción fue coger algunos mechones de su pelo y acariciarlos, como si así pudiera calmar la angustia que seguía en su corazón. Mientras lo hacía, también suspiró.

- Estaremos bien... mientras estemos juntos.

19 abr 2018

La primera vez que llegó le reconocí en apenas un vistazo. No había significado nada, ni tampoco había vivido algo importante con él. Sin embargo, verlo en mi ciudad, buscándome, me impactó al momento.

Llegó a la ciudad haciendo saber que me buscaba. Cuando al fin nos reunimos realizó aquella petición. Quería que fuera su Maestra. Desde luego, lo rechacé al momento. Recientemente Iefel y Sol acababan de marcharse, no me sentía con las fuerzas necesarias para ello. Y, para colmo, Zekkyou estaba en el final de sus días.

Afortunadamente, a pesar de sus insistencias, acabó por marcharse.

Años después, regresó sin esperarme que traería nuevos compañeros de viaje. Me contaron que coincidieron en el camino con la misma ambición, y que no pensaban renunciar a ella. Pero yo no quería discípulos, yo no estaba hecha para ser Maestra. Debo admitir que me sentía poderosa por decir que no, sin embargo algo en la mirada de esas cuatro personas me hizo dudar. Dos hermanas, jóvenes, prometedoras. Un muchacho que todavía tenía un poder en bruto dentro de sí, y Ekaris a quien ya conocía y a quien recordaba por no saber cuándo rendirse. 

Se me ocurrió algo descabellado. Les ofrecí una prueba, algo que deberían superar para ser dignos de mí. Supongo que en ese momento me dí cuenta de mi arrogancia, y pensé que Sol estaría orgulloso. Otros quizá no. También les insistí en que solo tendrían una oportunidad. De no superar la prueba, desharían camino y no volverían nunca más a mí.

No me esperaba que aceptasen, sin embargo marcharon. Aún no estaban preparados, ellos lo sabían, y ese hecho me sorprendió gratamente. 

En el tiempo que estuvieron fuera estuve pensando en qué podría consistir la prueba. De tener a Iefel, a Sol, a Zekkyou o incluso a Nemus, quizá podría haber sabido más fácilmente qué hacer. Pero estaba sola, y cuando estoy sola, se me ocurren locuras. De hecho, llegó un punto en el que pensé que quizá ya no volverían. Desde que les ofrecí la prueba hasta que regresaron pasaron casi dos años. No me había olvidado de ellos, y para mi desgracia o quizá fortuna, tres de ellos superaron esa prueba que yo creía imposible para cualquiera. 

Pero ellos no eran cualquiera. Ekaris, Isha y Malva lo lograron. Temía no cumplir con sus expectativas, pero me esforzaría al máximo. Eso me prometí.

Lukar... por desgracia no superó la prueba. Aún recuerdo aquella mirada cargada de frustración y un leve destello de ira. Le habría dado otra oportunidad, sabía que dentro de él emanaba un gran poder. Sin embargo, no podía retractarme de mis palabras. Acababa de empezar, el primer paso en falso ya supondría hacerme indigna de ser llamada Maestra.

Con el tiempo se corrió la voz. Por suerte ya sabía qué hacer. Muchos no lograban superar mi prueba, otros pocos sí. Al final, reuní un pequeño grupo de personas capaces, ambiciosas y prometedoras a mi alrededor que poco a poco se hacían más fuerte.

Y a mí, me hacían sentir más orgullosa.

13 mar 2018

Después de tu marcha

Dejarla de nuevo en manos de sus compañeros de viaje no era fácil. Solo de acercarnos ya era patente todo el poder que emanaba ese grupo, quizás demasiado para siquiera un tanteo de capacidades. Quizás hubiera sido divertido, en otras circunstancias, cuando tenía un poder casi sin límites gracias a mis hermanos de la Luz... pero no era el momento.

Volveríamos a nuestro refugio para seguir acumulando fuerzas, recursos, efectivos, poder y sobre todo la capacidad para inspirar un temor que bastara para generar respeto hacia nuestra pequeña iniciativa. Pronto no sería tan pequeña ni pasaría inadvertida para el mundo en el que estábamos. Reconstruyendo de unas ruinas que podían haberlo sido todo.

Me bastaba con saber que podría recordar que le perdoné la vida y que no le hice más daño que unos pocos sustos que la pusieran en su sitio.

En el futuro, podría recordarme con al menos no demasiado odio y quizás no rechazar futuros proyectos, ideas por nacer... y un mundo por rehacer.

Porque ahora que he experimentado la asfixia de una entidad superior que lo requiere todo, absolutamente todo lo que tienes y tendrás, incluso tu vida... no desearía un mundo así para nadie más. Así que podemos, uniendo mi nueva visión del mundo y su inestimable compañía... crear grandes cosas.

5 feb 2018

Él apenas acababa de irse, o eso les parecía a las dos personas que, como rehenes, quedaron expuestas a un peligro del que no sabían si llegarían a sobrevivir.
Mientras el resto de personas hablaba tranquilamente como si estuvieran en un bar de copas, Archie y Emily se miraron atemorizados.

- No llores...-Le dijo Archie.-No va a pasarte nada.

Pero ella, sin poder evitar sentir ese pánico, simplemente lloraba.

Y los primeros diez minutos pasaron demasiado deprisa. Quizá incluso ni siquiera pasaron, quién puede saberlo.

- Probemos el primer disparo.-Anticipó Nikolay, girando el tambor rápidamente hasta detenerlo y apuntar a Emily sin pensarlo.

- Espera.-Pidió Archie.-Empieza conmigo, con ambas pistolas.

Nikolay sonrió, curioso.

- Me encanta cuando pasan estas cosas.

Y la otra persona que sostenía el siguiente revolver, hizo los mismos gestos que Nikolay. Ambos entonces, apuntaron a Archie y apretaron el gatillo, provocando un ruido que apenas se percibió a causa de un fuerte golpe, un grito y un gran revuelo.

1 feb 2018

Un sacrificio

La capital de fe en el plano material era siempre visible par mí, desde que soy capaz de acceder a este lugar. Es como un faro, una luz que siempre soy capaz de ver en la distancia. En los últimos tiempos era más débil, más difusa. Quizás fuera lo que marcaba el curso de la guerra.

Nunca pensé que acabaría marchando hacia allá, parecía que esa luz que siempre podía ver estaba marcada para ese momento. Y es que no estaba dispuesto a dejar que se marchitara en mis brazos.

Desde que soy lo que soy, tengo pocos recuerdos de lo que llamaba vida. Pero sí recuerdo el día en que la maldición cayó sobre mí. Me encontraba a solas, en las ruinas de algún lugar que debió ser importante para mí.

Y de entre las sombras, bajo los escombros, aparecieron. Sin forma, sin volumen, pero con una inquietante constancia. Me tomaron y me llevaron a un plano del que ya no podía escapar, obligándome a cambiar, como el que atraviesa una puerta sin que haya espacio para poder respirar en el proceso. Doloroso para el alma, inolvidable.

No quería ofrecerla para que lo experimentase. Necesitabamos huir, aunque fuera el último acto que realizasemos juntos. Ella, en su faro de fe, sabría perdonarla. Nunca sería mía encerrada en el dolor que a mí me había marcado. Aunque volviese a sangrar todo lo que era mi ser, ella volvería a vivir.

Quemazón

Cuando desperté apenas podía distinguir la realidad de los sueños. Todo lo ocurrido anteriormente resultaba completamente irreal, lejano. Lo único cierto de lo que estaba viviendo era ese quemazón que recorría todo mi cuerpo abrasando mi piel. Había fuego y nadie quería apagarlo. Me estaba quemando viva y nadie podía salvarme.
Apenas entendí lo que Zandhur pretendía decirme, pero más o menos me hacía una idea, todo mi mundo estaba derrumbándose y no existía manera alguna de sostenerlo.

Quizá por eso tuve aquel sueño.
En él, oscuridad total. Poco a poco, algunas formas se iban dibujando, como si fuera tinta sobre el pergamino.
Curvas, una casa, otra más, y otra. Un cielo oscuro.
El miedo y el silencio inundaba aquel lugar que conocía habitado.

Como si mi sola presencia fuera un reclamo, de cada casa surgieron figuras conocidas que me observaban. Todos y cada uno de ellos con semblantes diferentes. Incertidumbre, miedo, comprensión, duda, alivio... Hasta que los que no terminaban de comprender, entendieron. Y todo se transformó en terror.

Recuerdo que no era capaz de emitir sonido alguno. Solo sentía que poca ropa cubría mi cuerpo, y que algo sobre mi piel no dejaba de moverse quemándome. Quería esforzarme por evitar que ellos me vieran así, por hablar, pero no podía.

Y paulatinamente, ellos se difuminaron.

- Hasta siempre.- Pude decir al fin. Pero desconocía si ellos pudieron escucharme. Y la oscuridad volvió, no sé hasta cuando.

Solo sé que al despertar Zandhur desprendía humo, y hablaba con alguien. Y todo lo que sucedió luego alivió de forma fresca y agradable aquel quemazón que por poco acabó conmigo.