26 jul 2015

¿Quienes somos nosotros, criaturas mortales, para oponernos a la voluntad de una entidad superior? Mientras observo desde lo alto como se afanan para cargar esa carreta con todo lo que necesitarán, pienso en ella. Actúa de la misma forma que cuando era pequeña y marchaba con nuestro padre.

Quizás ese frío que siento emanar de ella sea realmente ajeno a ella. Su esencia podría no estar... corrompida como he visto en tantas otras ocasiones, en mis muchos viajes. Tengo demasiados deberes y el único modo de escapar en mi mente es volver a pensar en ella, llenándome de un profundo sentimiento de culpa. Pensando en que la salvaría, que protegería todo lo que siempre ha sido, quizás la he empujado hacia una caída mortal en su espíritu.

Es mejor dejarla marchar. Cuidar de ella y proteger a los demás de ese mal que guarda. Así podremos sobrevivir, puede que durante un tiempo, juntos.

24 jul 2015

Cuatro personas. No sé si son mujeres u hombres, pero su estado es terrible. Casi parece que llevan eones en esa posición. Es posible que así sea, en este lugar todo parece infinito, y no me extrañaría encontrarme con esa certeza.

Levantan sus brazos observando como si fueran presos de ella, totalmente ajenos a cualquier otro estímulo... a esa luz. Veo también a Evelyn, que me observa y también centra su atención en esa esfera brillante. Parece asustada. Como yo.
Fijo mi vista al centro y poco a poco... parece que veo a una persona. Escucho gritos, no me ensordecen, pero me aterran de igual modo.
Quizá esos gritos no sean de quién parece estar dentro de esa esfera luminiscente, quizá sean lamentos de otras personas.

Presto de nuevo atención a esas personas indefinidas y me pregunto... si serán sus voces.
No puedo mirar mucho más pues Evelyn, sacudida por ese miedo y ese espíritu díscolo, decide algo.
En esa almenara de la cual ya conozco el origen de su luz, hay cuatro ventanales gigantescos que dan a aquella tormenta de la que sé que sobreviviremos.
Por eso no me importa que Evelyn caiga y me arrastre con ella.

Ahora medito sobre ese... ¿sueño? No... revelación. Creo que cada vez que aparezco en ese lugar consiste en eso.
Siento temor al pensar en algo tenebroso. Lo primero que pensé fue en el tiempo que podrían llevar esas personas ahí. ¿Y si eran sacerdotes en tiempos pasados? ¿Y si ese es nuestro destino? ¿Y si el Dios de la Luz quiere que los nuevos sacerdotes mantengamos viva esa esfera? Es posible que mis miedos me provoquen pensamientos retorcidos.

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Empiezo a entender. Siento como si mis pensamientos fueran piezas que van encajando, que van comprendiendo todo lo que he descubierto.
Durante mi viaje no puedo evitar darle vueltas. El paisaje cambia, la carreta en movimiento y la brisa en mi rostro despeja mis recuerdos.

"... de la prisión que crearon los primeros..."

¡Claro! ¡Eso es!
Esas sombras me lo dijeron, provenían de una prisión. Y aquel lugar desde luego parece una prisión. Los primeros deben ser... ¿los Dioses? No cabe otra explicación, esa no es creación posible para los mortales, y tampoco está en nosotros la capacidad de mantener encerrado a... ¡un Dios!

Creo que lo estoy empezando a comprender. Los Dioses mantienen encerrado al Dios de la Luz en esa prisión. Quizá quiere que le liberemos para propósitos que desconozco.
Pero que sin duda... no traerán nada bueno a nuestro mundo.

23 jul 2015

Mi corazón se enfría. Supongo que en algún momento tendría que pasar. Todos dicen que soy inocente, que observo el mundo de una forma... irreal.
Antes pensaba que las personas eran buenas por naturaleza. Ahora creo que lo corrupto no se puede revertir. Es más difícil ser bueno que hacer el mal. Es obvio que lo segundo resulta más gratificante, mejor para nosotros.

Al menos dejaré de ver un mundo lleno de colores, y gracias a ello encontraré matices en él. Las personas miran por su propio bien, y la verdad... va siendo hora de pensar en mí misma.
Me duele el corazón, me muero por dentro mientras mi realidad se desmorona. Pero, maldita sea... ¿cómo he podido tardar tanto en abrir los ojos?

No existen las oportunidades, solo lo que demostramos.
Así que... ¿para qué esforzarme? Si solo se quedarán con lo malo de mí...
¿Y si... fuera real lo vivido?

Las palabras resonaron como si alguien hubiera modificado su garganta para darle eco a sus palabras. Los dos presentes solo pudieron girarse para mirarla, como si estuvieran presenciando algo extraordinario... algo que ni siquiera había llegado.

Ella se tambaleó durante unos segundos, como si fueran a fallar sus piernas. Los dos hicieron amago de aproximarse, pero en su corazón algo les decía que no. Ojos que se oscurecieron en breves instantes, como el que deja caer una gota de tinta en un mar de claridad. Y lo que siguió entonces fue un episodio de violencia que no podía ser entendido para sus víctimas.

El dragón en su forma humana rápidamente fue tumbado hasta rodar por el suelo, y desprendido de su arma apenas pudo reaccionar. La muchacha, armada y con su voluntad sustituida por una ajena y mucho más poderosa, rápidamente se giró.

El tiflin observaba, impávido en apariencia, cómo ella se acercaba. Conocía lo que estaba por venir, sería el castigo a ser impuesto para su desobediencia. No había encontrado el momento, y aquella parecía entonces la oportunidad. Extendió las manos hacia delante, como si se entragara a esa criatura.

No sabía de dónde sacó el valor para dirigirse a ella, pero finalmente habló.

- Sabes mi deseo. Libérala y tendrás mi vida, tal y como quisiste la de Ana.

No hubo respuesta de aquella voz trémula que solo podía adivinar a través de la mujer que le había guiado hacia la deidad. Pero cuando, tras detenerse, sintió el acero atravesar su carne, una gran paz le llenó mientras perdía la vida.

19 jul 2015

La investigación

De vuelta a la soledad, no puedo evitar pensar en lo que me ha dicho. Muchas cosas han cambiado desde que he vuelto a ser... yo mismo, creo. Y se ha vuelto oscuro como nunca antes, sin haber podido evitar que almas como las de mi hija pierdan su inocencia y tengan terribles deseos.

La mujer a la que odiaba ahora tiene sus buenos deseos. No muchas cosas han ido demasiado bien, por lo que me cuesta creer que la haya perdonado. ¿Es acaso que desea terminar lo que empezó? ¿Que se arrepiente de haberla dejado con vida? Temores que me hacen estremecer...

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Dos figuras que entraban en el dormitorio que permanecía vacío, y que en cualquier momento podía ser invadido.

- ¿Estás seguro de esto? - preguntaba Iefel como si fuera un niño asustado que desobedecía a fuerzas mayores.
- No... no recuerdo dónde estaba, pero es posible que lo encontremos aquí.
- ¿Cómo se os ocurre? ¿Cuándo pensábais compartirlo?
- Sabes que no es algo para ir comentando de cualquier manera, ¿verdad? - respondió Zekkyou con molestia mientras se apostaba sobre la cama. - Ayúdame a moverla, vamos.

Movieron la cama con la mayor presteza posible y alzaron la pesada losa que ocultó en otro tiempo el tesoro de una criatura durmiente esperando a encontrar al alma con el que compartiría su camino. Pero no estaba allí. Solo encontrarían lo que serían acertijos que quebrarían la realidad y que les ayudaría a entender la amenaza que se cernía sobre ellos.

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3 Noruber explica lo que sabe sobre Lisan
Sentados todos juntos, dejaban que las antes calientes bebidas se enfriasen poco a poco. La mesa, iluminada con la luz de las velas, ofrecía tantos misterios que ni siquiera esa luz era capaz de despejar. Los tres presentes sentían como no se auguraba nada bueno.

- Parece... es decir, coincide con algo que le dije a Therin una vez. Sobre Lisan.
- ¿Sobre Lisan?
- Sí... ella siempre ha sospechado, y me encargó averiguar todo lo que pude. Sobre su pasado en el que había hecho que muchos la odiasen, su huida hacia los bosques, su carisma propio de una hechicera. - explicaba a medida que iba señalando los diversos motivos sobre el papiro. - Nunca ha dejado de pensar en eso, supongo.

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4 Zekk e Iefel intentan averiguar qué ha cambiado para que haya dejado de maldecir al Dios de la Luz
Caminando de nuevo hacia el castillo, agotados por tanta información que a veces incluso resultaba redundante, sentían el pesar en sus corazones. Si se repetía tanto era porque quizás realmente estaba desesperada por encontrar ayuda. Pero con tanto secretismo era difícil hacer algo.

Zekkyou, más calmado que su compañero, rompió el silencio.

- Pudo tener una revelación... y arrepentirse de ello.
- Es una deidad oscura, ¿acaso te parece extraño? -
- ¿Pero entonces... sigue sirviendo a pesar de haber perdido la fe, la confianza?
- ¿Cómo va a dejar de tener fe en algo que la amenaza, que teme? A veces no es solo la fe, si no también el miedo. - concluyó, enrareciendo ya el cansado ambiente que existía entre los dos.

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Habían marchado de esa extraña casa dejando a su único habitante con grandes inquietudes y temores. Palabras y versos que confirmaban temores que tomarían formas únicas en las mentes de los que estaban interesados en descubrir la verdad.

¿Su temor?

No era tanto lo que podía pasar, si no por lo que ella estaba pasando en esos momentos. Sola, buscando ayuda, quebrando su mente para buscar y pedir ayuda. ¿Cómo sería aquel infierno? No podía abandonarla, se había hecho la promesa de amarla en cualquier circunstancia, en ser su apoyo... y el camino parecía claro. Con temblores, dejó caer las manos de reposarlas sobre su cabeza y comenzó a prepararse. Había mucho que buscar, una mentalidad que cambiar y dejarse arrastrar por lo que ella ahora practicaba.

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La biblioteca estaba solo iluminada esa noche por el candelabro yacía sobre el escritorio donde el guardián descansaba y vigilaba. Solo que el guardián ya no era necesario, y era una figura que reflexionaba y dejaba perder su mirada en las tinieblas entre libros. Solo el silencio fue roto por la presencia de Zekkyou, que tardó en hacerse advertir ante el presente.

Cuando por fin despertó de sus ensoñaciones, se miraron con gesto grave y contagiándose una cierta tensión:

- ¿Qué pasa?
- Necesito decirte algo, y que abandones tu escudo de fe inquebrantable en una persona. - dijo el interpelado, apoyándose sobre la mes apara acercarse a Iefel.
- Habla entonces... - respondió rehuyendo la mirada y comenzando a sentirse incómodo, sabiendo que no sería fácil eso que le pedía.

Zekkyou tomó una silla y se sentó frente a él, dejando esa mesa entre ellos como zona segura entre los dos.

- Es sobre Ethan... estuvo influido, y me dijiste que el miedo, la fe o lo que sea es difícil de arrancar. Podría tener esos sentimientos todavía, influenciando a tu sobrina... Sabes la posición de poder que tiene sobre ella, ¡sería tan fácil!

El silencio inundó la sala, incómodo, como si fuera a quebrarse en una explosión.

- ¿Acaso crees... que no he pensado en ello alguna vez? - preguntó Iefel, volviendo a mirarle durante unos segundos, arrepintiendose de haber hablado aunque fuera con un hilo de voz. Solo por la pasión que vio en sus ojos, como una llama al saberse en lo cierto.
- Entonces... podrían ser otras muchas cosas. Que fingiera no recordar... ha manipulado antes, ¿por qué habría parado?

Iefel se levantó para tomar distancias con el problema y frenarle si es que era posible.

- No lo sabemos y haremos mal en presuponerlo. Partiremos y buscaremos ayuda, igual que en el pasado. Hobsyllwin sabrá qué hacer.

En su asiento, Zekkyou se dejó reposar en el respaldo, mientras seguía sus pasos con la mirada.

- ¿No será demasiado tarde? - preguntó con voz suave.
- ¿Tarde? ¿No te parece demasiado tarde que ella sirva a ese dios? Se ha convertido en su enemigo, ¿qué podría ser peor?
- ¿Que encuentre a ese quinto?

Un pesado suspiro cayó en el aire.

- Entonces más nos vale darnos prisa.

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17 jul 2015

El paso del tiempo no existía. Me consolaba pensando en ello. Podía ser incluso que hacía apenas unas horas que me mantenían encerrado. La caída infinita con la que algunos infelices eran castigados, no lo suficientemente fuertes como para aguantar la marca, era a veces un destino deseable.

Las cadenas que me sostenían arrodillado ya hacían marcas imposibles en mi piel, y me recordarían lo sufrido allí aunque fuera imposible escapar para mí. No recordaría nada cuando cumpliera el plan que tenían reservado para mí. Quería ser el que menos gritase cuando me llevasen a las alturas, desprovisto de mente, de la capacidad para sufrir. Quizás incluso podría precipitarme al abismo que pude adivinar cuando llegué aquí. Recuerdo la tormenta bajo nuestros pies, como si las nubes fueran el agua y nuestra posición... algo supraterrenal.


Escucho la voz en mi cabeza, deseosa de mi sometimiento. Es un camino a seguir con tantas salidas que apenas puedo ser consciente de ellas. Podría incluso evitar mi tortura, mi destino preparado. Pero siempre he luchado, hasta la más adversa situación por los demás. Quería también, por una vez, luchar por mí mismo. Y también por la niña que viaja a mi lado, aunque no tenga claro en qué momento se ha unido a mí. Solo sé que me ha liberado, sin saber todavía si ha sido para bien o para mal en su vida.

Somos almas perdidas que escalan en una torre, ascendiendo hacia las fauces de una deidad hambrienta de mundos.

14 jul 2015

El ajedrez es la representación de todas las luchas en todas las eras en todas las circunstancias. Es el combate interminable, la quimera que nos hace creernos capaces de manejar los hilos en la eterna lucha entre opuestos. Cuando en realidad, no somos más que peones en un tablero mucho mayor.

Me consumen los pensamientos y ya apenas recuerdo lo que he dicho en voz alta entre estas paredes. Nadie me escuchará, solo el papiro recuerda mis palabras. A veces me contradigo pero tardo horas en descubrirme en mi error. Pero no evoluciono. Están atrapados, esos hilos de pensamiento, igual que mi cuerpo en esta habitación.

Esas piezas de ajedrez se mantienen siempre a la espera de enfrentarse, de iniciar una nueva batalla representando cualquier causa, bandera o ideal. Pero las envidio, en cualquiera de sus bandos, por saberse en igualdad de condiciones que sus rivales. Ellas saben que esperan y solo las diferencia la astucia de aquel que las guiará. En cambio, servidor, preso e ignorante de lo que quieran de mí, no sé contra qué debo combatir. La muchacha me inspira confianza, me ha brindado un papel que no sé si me pertenece pero que me abre la curiosidad hacia un bonito pasado. Todo podría formar parte de la misma amenaza, haciendome confiar y abandonar mis miedos que a la vez tanto me agotan. No sé si quiero o puedo dejarme arrastrar por los hermosos sentimientos que sus ojos me inspiran.

Tengo tanto miedo al vacío de mis recuerdos. Casi tanto como a la negrura de mi futuro, donde caben tantos peligros que ni siquiera podría contarlos.

12 jul 2015

La nieve bajo su cuerpo empezó a oscurecerse como si tragase la sangre de una bestia herida. A cada movimiento que hacía, esta mancha seguía creciendo. Sus manos se agarraban a la fría materia blanca que cubría el suelo, haciendo esfuerzo sobrehumano para salir de lo que parecía un pozo de negrura. Toda criatura viva se había alejado del lugar, mientras el cuerpo humaniforme que hacía por salir con gran esfuerzo se resistía a la fuerza que quería tragarlo de nuevo hacia las profundidades.

Al principio era silencio, pero como si hubiera comprendido que vivía y no era solo una pesadilla de la que escapar, gritos y gemidos por el esfuerzo exhalaban de su boca. No quería mirar atrás, suponía una poca pero valiosa energía que necesitaba para no morir.

En su mente había demasiados pensamientos muy fugaces sobre el pasado inmediato y los temores que podían hacerse realidad. Toda esa corriente de emociones provocadas le hacían luchar con más ahínco. Casi no le permitían detectar a las otras criaturas de sombra que, igual que ella, parecían huir de un pozo que siempre tragaba. Escuchó un gran estruendo a sus espaldas, igual que una violenta ventisca comenzó a empujarla hacia atrás. Gritó frustrada por encontrar tantas adversidades para algo que parecía tan simple como arrastrarse por el suelo, pero no se rindió. El estruendo se intensificó hasta acabar en una tremenda explosión que hizo eco en el bosque donde se encontraba, acabando también con la poderosa ventisca. Volvió a respirar de forma normal, aunque tardaría en sentir que su corazón latía de forma saludable.

Alzó su rostro para observar que aquellas formas de sombra, variadas en forma y tamaño, se apostaban sobre ella, como queriendo adivinar sus movimientos. Tembló, acostumbrada a ellas pero no con tal atención. Parecían amenazadoras, y tuvo presente lo que debía hacer. Apenas quedó de rodillas y cerró los ojos, asumiendo el destino que le esperaba. Aquellas sombras, que intensificaban el frío que poblaba el helado paraje, escucharon sus palabras de sumisión y lealtad una vez más, satisfechas por el precio que había tenido que pagar. No había sido el fin, todavía no.

11 jul 2015

El precio a pagar

Esa noche ocurriría, no sabía qué... pero no me esperaba encontrarme con semejante escena. ¿Quiénes somos? ¿Cuándo dejamos de ser los que fuimos? ¿En quién podemos confiar?
El fuego acabaría con ella, mujer a la que amaba, o eso decía... Temo que sea capaz de olvidar a los que le aman por ese miedo que se apodera de él.

Al fin lo he descubierto todo. Mis sospechas, mi desconfianza injustificada... fueron ciertas. ¿Cuándo me perdí a mí misma?
Quise su muerte, a toda costa, a cualquier precio. Incluida mi vida. No me imaginé terminar en aquel paraje blanco, tras el muro.
Sabía que lo que fuera a pasar probablemente acabaría conmigo, aunque no el modo.
Arranqué el colgante de su cuello y al fin pude ver en ella una expresión que no era esa tranquilidad, esa seguridad... No. Vi el miedo. Y me regocijé en él antes de la explosión y la oscuridad.

Cuando desperté sentí en mi piel y mi cuerpo la consecuencia de mis pecados. En mi fuero interno aún deseo su destrucción.
Ya no creo en las personas. Quizá me haya perdido a mí misma, pero no volverán a hacernos daño. Es el precio a pagar por hacer de este un mundo mejor.

Maldigo al Dios de la Luz, cuyo nombre oscurece aquello que defiende.

8 jul 2015

- Suéltala ahora.

- No puedo hacerlo. Todavía no. - le respondió, intentando ser firme aunque sus manos estuvieran temblando de forma casi incontenible.

A ella no se le escapó ese detalle, aún cuando él estaba haciendo por ocultar esos temblores con verdadero esfuerzo. Volvió a pasarse una mano por su rostro antes de sentarse, más lejos de él que de costumbre en aquella sala, que tantas conversaciones y confidencias guardaba en ecos...

- Ella es inocente, todos lo sabemos.

- Sí, pero el capitán ha visto demasiados asesinatos en las cortes como para que quiera dejar esta situación con dudas. Y si te soy sincero, yo también tengo ciertas dudas.

- ¿Qué? ¿Tienes dudas? ¿Dudas de tu propia hija?

- ¡No! ... dudas sobre si es verdad que ahora intentan asesinarme, porque la amenaza puede venir de cualquier parte.

El silencio de nuevo habitó el salón, mientras se contemplaban con temor y cierto reto. Podían coincidir en pensamiento, pero sus métodos distaban demasiado entre sí.

- Piensa entonces en que acabas de apartar a tu mejor aliada en este mundo. - concluyó, poniéndose en pie y dejándole solo con sus pensamientos tras esas palabras.

La injusticia era una realidad, pero el miedo le estaba haciendo un inevitable compañero. Temiendo por su vida, incluso sus propios hijos podían ser sus asesinos. Uno había abandonado el hogar para siempre, mientras al que consideraba su hermano seguía sin aparecer tras aquel choque por la libertad de Therin.

Las lágrimas brotaban a la par que su pecho se sacudía por los sollozos. Quería encontrar la solución, pero no la veía, ni siquiera intentando escuchar las palabras del cielo. Nunca se había sentido tan solo.

En las sombras

Oscuridad.
Siento la soga en el cuello, el mío, el de otras personas... y me imagino esas sogas en la oscuridad, cuyas cuerdas ascienden hacia una mano desconocida. Un rostro que no podemos ver.
Es así como me siento, y tengo miedo de que el suelo a mis pies se derrumbe y la soga tire demasiado de nosotros.

Aquí, en las sombras, en una mazmorra de mi propio hogar. Siento que mi único consuelo, esa luz que me permite aún el lujo de sonreír... depende de una persona. Noruber, quién no deja que me marchite. Apenas llevo dos noches aquí y ya siento la desesperación. Pero he de ser fuerte, no deben creer que soy realmente una traidora.
Nada de esto es justo para mí, pues me considero una persona que no ha hecho ningún mal a nadie. O al menos, no por placer o de forma premeditada.

Tengo tanto miedo...
Aún quedan muchas noches, y solo puedo soñar con irme. Lejos de estos muros, quiero vivir al fin como lo deseo. Nunca deseé ser noble, me bastaba con el calor de mi familia.
Cuando salga de aquí cumpliré ese sueño, a pesar de la tristeza que pueda sentir.
Pero tengo miedo de no salir.

Sin embargo... lo que más miedo me da no será mi sentencia, pues antes de que se cumpla huiré de una forma cobarde. Será, en todo caso, no poder volver.
Esta ciudad se cae a pedazos y aún no sé por qué.

Solo me acogen la luz de la única vela de mi prisión, la voz de mi compañero y los brazos de mi amado en la noche.
Pero mi corazón está desamparado.

4 jul 2015

Falsa realidad

Nunca pensé que mi vida terminaría de este modo. Por lo menos puedo decir que moriré habiendo salvado a quien quiero.
Mientras mis heridas se abrían, días tras día... no podía dejar de lamentar todo lo que me perdería. Mi vida con él, tal y como la imaginé durante mi viaje. Los besos, las sonrisas, las caricias...
También las voces de mi padre, de mi tío... de todos. Se iban perdiendo poco a poco, preguntándome qué me habrían dicho por última vez.

Deliro. Ya no sé cuál es la verdadera realidad. Lo sueños me confunden y aún creo que despertaré. Veo pájaros sobre la ventana y escucho caballos de personas que se acercan pero nunca llegarán a mí, porque será demasiado tarde.

Por lo menos, no moriré sola. Su confianza y sonrisa, siempre visible para mí... hacen que mis últimos días sean más felices y me asegura que hice bien en sacrificarme por él.
Es el precio a pagar.

Mis ojos se cierran poco a poco y siento que me llama, pero no le puedo responder. Siento que marcho, no sé a dónde.
Recuerdo la voz de mi tío preguntándome... qué habrá después de la muerte. Pronto lo descubriré.


Abro los ojos, la brisa, la luz del sol, la hierba fresca... Noruber. ¿Es este el paraíso?
Definitivamente... tras la muerte hay una oportunidad de vivir la vida tal y como debería haber continuado.

Me pregunto cómo será cuando despierte de esta falsa realidad.
Todo parecía irreal. No hacía tanto tiempo desde que no frecuentaba semejantes lugares. Lo atribuía al miedo contagiado en la prisión, no había logrado sacudírmelo todavía. Junto con el idilio vivido en las tierras de Thross... una extraña combinación.

Pero era diferente. Casi sentía que todo pasaba anormalmente lento. Podía observar el mundo en detalle sin que apenas nada se me escapase. Y lo que estaba descubriendo me hacía temer. Sonrisas cómplices que intentaban ser escondidas a mi llegada. Miradas significativas que daban un aviso entre todos los presentes. Toda la sala en su amplitud cambió, como si las velas que iluminaban perdiesen parte de su fuerza a la vez.

Mis manos cruzadas, maneras impecables, un gran valor para la información que llevaba conmigo, y las obvias intenciones de buscar más. Nadie hablaba conmigo, hacerlo significaba estar buscando algo que nadie reconocía obtener. Por eso me ignoraban. Pero en aquel momento, mi presencia era diferente, casi esperada.

No pude contener un cierto temor mientras llevaba la copa tan ansiada a mis labios. Mis actos eran espontáneos, tenían que haber envenenado cada bebida de la sala. Era una sensación habitual en mí, pero más que nunca extrañaba la voz de Catherin. Como si fuera un escudo con el que al menos podía protegerme de esos lobos.

1 jul 2015

(respuestas) En camino...

Iefel siempre ha sido un hombre frágil, pero si permanecéis juntos, nada malo os ocurrirá. El camino es duro a veces, necesito saber cómo estáis. Las misivas tardan mucho en llegar, y ruego encarecidamente que volváis en cuanto encontréis rastro de Zekkyou y vuelva a formar parte de la marcha que formáis los tres.
Ese viaje cada vez me trae peores noticias de vuestra parte, y dudo que merezca ya la pena semejante propósito por el cual hemos dejado de tener noticias. Tal vez el mundo no esté en riesgo, como tu tío predijo. Por favor, regresad pronto.
Con todo mi afecto.

Ethan.

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No sabes cómo calma mi corazón saber que tu amigo vuelve a estar a tu lado y que Iefel se recupera. Entiendo que seguís avanzando, quizás mi misiva todavía no haya llegado a tus manos. Quizás vea el futuro, por eso creo que no regresarás a mi orden.
Pase lo que pase, procuráos de personas que os ayuden o al menos que trabajen para vosotros. Son tiempos difíciles para viajar, debí desoír a Iefel y enviaros con ayuda de mis hombres, tal y como planeaba en un principio. Si al menos no atendiste a mi ruego inicial, atiende a este y trabaja sobre seguro.

A veces el corazón se vuelve árido. Lo peor es cuando no lo percibes, o quizás lo ignoras. Tu alma es cándida, te recreas en la bondad y el buen hacer. No temas. Cuando el miedo pase, tu corazón volver a sentir igual que antes. Yo confío en ti.

Os extraño como si me faltara la misma vida.

Ethan

En camino...

Papá;

Te escribo esta misiva en unas circunstancias peculiares y difíciles. Hemos llegado a Dalanvor hace unos días, con todo lo que te expliqué en la anterior carta. No me canso de escribirte, me acuerdo mucho de ti y desearía que estuvieras aquí para guiarme en mi camino.

Hasta hace apenas unos minutos me creí sola en el viaje. Ha sucedido algo terrible. Mientras viajábamos llegamos a un único camino tras una bifurcación. Ahí coincidimos con otros viajeros que transportaban prisioneros, creo que esclavos. Guardias y otras personas que supongo serán las que estén liderando esa comitiva.
Nos acabamos uniendo a ellos, imagino que por no crear conflicto, puesto que teníamos el mismo destino. No trataban bien a sus prisioneros, iban a tirar la comida que sobró delante de sus narices, no les trataban las posibles heridas.

Claro que... ya sabes cómo soy. Durante la noche fui a alimentarles y a curarles, dejando al tío Iefel y a Zekkyou durmiendo. ¡Sabía que no debíamos confiar!
Mientras les ayudaba, comenzaron a atacarles, yo pude esconderme pero... ellos no tuvieron tanta suerte.

Ahora no sé dónde está Zekkyou, se lo han llevado con ellos. En cuanto a Iefel... he pasado mucho miedo. Pero está bien, antes de que te alarmes, si no lo has hecho ya. Está vivo, pero papá, no lo he pasado tan mal en toda mi vida cuando durante largos minutos le creí muerto.
Afortunadamente no me doy por vencida.

Pronto seguiremos el viaje para rescatar a Zekkyou. Iefel aún tiene que recuperarse, creo que su cordura peligra después de todo lo sucedido. Pero yo cuidaré de él, te lo prometo.

Te quiero, muchísimo.

Therin

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Papá;

Hace unos días que te envié la anterior misiva, no hay mucha diferencia entre ellas, pero han pasado muchas cosas desde entonces.
En cuanto a lo sucedido, por fortuna conseguimos encontrar a Zekkyou. En este lugar comercializan con personas de una forma demasiado libre, y cada vez detesto más estar aquí.

El tío Iefel ya está mejor, desde que nos reunimos con Zekkyou.

Pero papá, me siento extraña, empiezo a tener miedo de mí misma. Probablemente sea porque lo merecían, porque casi matan a personas que quiero muchísimo. Sin embargo, no me arrepiento de haber atacado, incendiado y... eliminado, a la persona que ha causado todo esto. Ahora que lo he escrito me ha recorrido un escalofrío desagradable, cosa que agradezco a los Dioses.

Supongo que pronto llegará la culpa, pero por el momento doy gracias de permanecer al lado de ellos y permitirme el lujo de decirte: están a salvo.
No puedo evitar estar un poco orgullosa de mí misma, no por las cosas malas que he hecho, sino por las buenas y por las que lucho.

Pronto llegaremos a nuestro destino, hasta entonces... espero respuesta.

Te quiero mucho, no lo olvides. Y te extraño también.
Cuídate.

Therin