5 feb 2018

Él apenas acababa de irse, o eso les parecía a las dos personas que, como rehenes, quedaron expuestas a un peligro del que no sabían si llegarían a sobrevivir.
Mientras el resto de personas hablaba tranquilamente como si estuvieran en un bar de copas, Archie y Emily se miraron atemorizados.

- No llores...-Le dijo Archie.-No va a pasarte nada.

Pero ella, sin poder evitar sentir ese pánico, simplemente lloraba.

Y los primeros diez minutos pasaron demasiado deprisa. Quizá incluso ni siquiera pasaron, quién puede saberlo.

- Probemos el primer disparo.-Anticipó Nikolay, girando el tambor rápidamente hasta detenerlo y apuntar a Emily sin pensarlo.

- Espera.-Pidió Archie.-Empieza conmigo, con ambas pistolas.

Nikolay sonrió, curioso.

- Me encanta cuando pasan estas cosas.

Y la otra persona que sostenía el siguiente revolver, hizo los mismos gestos que Nikolay. Ambos entonces, apuntaron a Archie y apretaron el gatillo, provocando un ruido que apenas se percibió a causa de un fuerte golpe, un grito y un gran revuelo.

1 feb 2018

Un sacrificio

La capital de fe en el plano material era siempre visible par mí, desde que soy capaz de acceder a este lugar. Es como un faro, una luz que siempre soy capaz de ver en la distancia. En los últimos tiempos era más débil, más difusa. Quizás fuera lo que marcaba el curso de la guerra.

Nunca pensé que acabaría marchando hacia allá, parecía que esa luz que siempre podía ver estaba marcada para ese momento. Y es que no estaba dispuesto a dejar que se marchitara en mis brazos.

Desde que soy lo que soy, tengo pocos recuerdos de lo que llamaba vida. Pero sí recuerdo el día en que la maldición cayó sobre mí. Me encontraba a solas, en las ruinas de algún lugar que debió ser importante para mí.

Y de entre las sombras, bajo los escombros, aparecieron. Sin forma, sin volumen, pero con una inquietante constancia. Me tomaron y me llevaron a un plano del que ya no podía escapar, obligándome a cambiar, como el que atraviesa una puerta sin que haya espacio para poder respirar en el proceso. Doloroso para el alma, inolvidable.

No quería ofrecerla para que lo experimentase. Necesitabamos huir, aunque fuera el último acto que realizasemos juntos. Ella, en su faro de fe, sabría perdonarla. Nunca sería mía encerrada en el dolor que a mí me había marcado. Aunque volviese a sangrar todo lo que era mi ser, ella volvería a vivir.

Quemazón

Cuando desperté apenas podía distinguir la realidad de los sueños. Todo lo ocurrido anteriormente resultaba completamente irreal, lejano. Lo único cierto de lo que estaba viviendo era ese quemazón que recorría todo mi cuerpo abrasando mi piel. Había fuego y nadie quería apagarlo. Me estaba quemando viva y nadie podía salvarme.
Apenas entendí lo que Zandhur pretendía decirme, pero más o menos me hacía una idea, todo mi mundo estaba derrumbándose y no existía manera alguna de sostenerlo.

Quizá por eso tuve aquel sueño.
En él, oscuridad total. Poco a poco, algunas formas se iban dibujando, como si fuera tinta sobre el pergamino.
Curvas, una casa, otra más, y otra. Un cielo oscuro.
El miedo y el silencio inundaba aquel lugar que conocía habitado.

Como si mi sola presencia fuera un reclamo, de cada casa surgieron figuras conocidas que me observaban. Todos y cada uno de ellos con semblantes diferentes. Incertidumbre, miedo, comprensión, duda, alivio... Hasta que los que no terminaban de comprender, entendieron. Y todo se transformó en terror.

Recuerdo que no era capaz de emitir sonido alguno. Solo sentía que poca ropa cubría mi cuerpo, y que algo sobre mi piel no dejaba de moverse quemándome. Quería esforzarme por evitar que ellos me vieran así, por hablar, pero no podía.

Y paulatinamente, ellos se difuminaron.

- Hasta siempre.- Pude decir al fin. Pero desconocía si ellos pudieron escucharme. Y la oscuridad volvió, no sé hasta cuando.

Solo sé que al despertar Zandhur desprendía humo, y hablaba con alguien. Y todo lo que sucedió luego alivió de forma fresca y agradable aquel quemazón que por poco acabó conmigo.