22 feb 2017

Atrapada

Los aires de grandeza que hace poco empezaban a soplar a mi favor acaban de desaparecer por completo. Creo que nunca he sido una persona con excesiva estimación en mí misma. Ahora empezaba a creer que realmente podía hacer cosas, que tal vez sí que era más poderosa de lo que pensaba.

Pero el destino, puede que advirtiéndome de que estaba empezando a seguir los pasos de mi madre, o quizá castigándome por mis pecados, me ha derrotado. No pensé que ese intruso sería tan poderoso. No pensé que tal vez, debería haber gritado antes. Que tal vez en ese momento, a pesar de no saberlo, estaba sola frente a dos seres superiores a mí.

Fue una derrota silenciosa. Los tres hogares, sin emitir ningún sonido. Mis ataques, también suaves para no perturbar el sueño de aquel lugar. Los de ellos, más fuertes, creo. Quizá me parecía que se escuchaban en toda la aldea porque el dolor era insoportable. Pero creo que ni mis gritos llegaron más allá de los jardines de la colina.

Y al despertar de mi oscuridad, contemplo con horror que, desde luego, era imposible vencer. Si Sol nunca lo logró, nunca consiguió escapar de ese lugar por sí mismo... ¿por qué iba a hacerlo yo?

Ahora me queda esperar a que estrujen hasta la última gota de mi poder. Me duele la cabeza, o tal vez no. Este estado de semiinconsciencia me aterra. Estoy, existo, siento, despierto, pero al mismo tiempo, no estoy, no existo, no siento, no despierto.

Y pensaría que solo puedo lamentarme, pensar en ellos, esperarles incluso. Pero no. He dejado de existir.