20 may 2017

Llegaba el momento de volver a zarpar. Sobre el mar. Y también recuerdos antiguos, muy antiguos.

Quién sabe si mi vieja embarcación es ya una tumba o una ruta para los peces en las profundidades. Ahora dirijo un nuevo barco hacia nuevos destinos, deseando en cierto modo no tener que hacerlo nunca más. He viajado tantas veces buscando algún rastro, esa mirada sobre la mía, que abandonar mi último asentamiento tiene la sensación del fracaso.

Ahora que lo sé, no puedo creer que haya muerto.

Lo contemplé como una posibilidad tan lejana, tan remota... que no caben en mí todas las emociones que me produce saberlo.

Tengo ahora sus ojos, que me miran con intriga desde la cubierta, mientras pongo rumbo a Dalanvor. Sin embargo, inspiran cosas tan diferentes.

Veo dolor, veo desesperación. También dudas. Y una esperanza que lucha por mantenerse con vida a pesar de todo lo que estará ocurriendo en su vida. Nunca lo sabré pues nunca formaré parte de sus caminos, solo alguien de paso, como este viaje.

Y con todo, no sé cómo reaccionará, cómo sobrevivirá a lo que está sucediendo, gestándose por así decirlo, en el lugar hacia el que va.

Los Dioses, o eso decían, nos habían abandonado otras veces. A veces se duermen, o bien se aburren de nosotros, y el mundo sufre la sombra que produce su ausencia. Sin embargo, esto parece diferente. Es como una plaga, una podredumbre que llega desde el interior. Desde las profundidades de la tierra de Argonath, y se extiende sin que nada pueda pararlo.

No sé su destino final... pero espero que sobreviva para contarlo, para ver a sus seres queridos antes de que nos sumamos en esta oscuridad que se extiende.

19 may 2017

Dejarse caer a una oscuridad cada vez más intensa. Así debe sentirse el ahorcado, el que está a punto de llegar al suelo tras una larga caída, el que se envenena, el que se abre surcos en la piel o el que se apuñala directamente en el vientre durante sus últimos momentos antes de que la muerte bese sus labios y le invite a bailar eternamente a su lado.

El arrepentimiento llega siempre que es demasiado tarde, pero en este caso pude permitirmelo sin que la arena del reloj dejase caer su último grano en el fondo. Nunca un abrazo había sido tanto el sinónimo de vida cuando él decidió interrumpir aquel acto que acabaría conmigo. Y bendita interrupción.

Pensé en decirle "lo hago por ti, para que recuperes al amor de tu vida", aunque también lo hacía por mí, por volver a verle con esos aires de grandeza o tomando una o dos botellas de vino posiblemente robado. Pero no quería hacerlo. No cuando comprendí lo que todo ello suponía.

Deseo vivir, maldita sea. Necesitaba que los Dioses apretaran menos porque en ese punto en el que me encontraba no había otro camino más que ese. Y parece que escucharon mis súplicas. Ahora incluso me atrevo a respirar de alivio. A ver el final de este viaje, regresando a casa portando buenas noticias o al menos, con ausencia de malas noticias.

Quizá sea cierto, que como el suicida ansía otra oportunidad, cometí el error de ser descubierta. Solo espero que él no me odie y comprenda que en ocasiones la locura me vence.

Ya falta menos, los lazos entre todos nosotros se hacen más fuertes, y puede que incluso se nos una un nuevo compañero de viaje. Habría que hacerle consciente del riesgo que supone antes de que se atreva a decir que sí. Con o sin él, lo lograremos.

¡Hacía tanto tiempo que no me atrevía a reír de júbilo!
Y me muero de ganas, sí... Me muero de ganas de volver a casa, con Sol y decir a todo el mundo: ¡Maldita sea! ¡Os lo dije!

10 may 2017

Tirsa:

Estar en el camino es algo que ayuda a dejar de pensar. Quedarme quieta, en la aldea que había considerado mi hogar, había dejado de ser una buena opción desde hacía un tiempo.

Sabían que me encontraría, se lo dije a todo aquel que quiso escucharme. Al final, como siempre había sucedido en nuestra historia, acabaría encontrandome. Y si viajando podía hacerme menos localizable para él, para sus artimañas y su manipulación de la realidad... tenía que intentarlo.

El viaje al menos, como constato mientras bromean y cantan en los momentos de cena y otras reuniones... me hacen sonreír y pensar menos en el terrible sino que me espera.

Erinn:

Viajar no es lo mío. Me dediqué en cuerpo y alma al Archivo, al estudio y a la investigación precisamente para evitar estas incomodidades. Tengo que evitar chasquear la lengua de pura incomodidad a cada traba del camino, y son muchas en número, demasiadas quizás.

La compañía al menos ameniza. Y siento que con Catherin las asperezas que hemos desarrollado podrían desaparecer. El roce hace el cariño, ¿no era cierto? Quizás podría eliminar esas resistencias, derribar esos muros que ha erigido no hacia mí, si no alrededor de mi persona y todo lo que tenga que ver con ella.

Sueño con el día en que no sea una presencia incómoda.

Iefel:

Su recuerdo me sigue como mi propia sombra. Allá donde vamos, objetivo que perseguimos... tiene asociado un recuerdo para él. Incluso hay veces, que en las situaciones más cotidianas, en las que casi alzo la voz para llamarle y pedirle algo.

Por suerte creo que nadie me ha escuchado. No podría soportar la pena y la lástima en los ojos de Catherin.

Creía que este viaje haría algún bien a mis tribulaciones, que son grandes. Pero solo estoy encontrando recuerdos que había apartado, pues se habían quedado en los caminos. Quizás por eso cante, para no pensar. Al menos, tengo una compañera que me sigue con el mismo entusiasmo.

Nemus:

¡Oh! Que bonita ciudad. ¡Oh! Que bonita flor... ¡Oh, que bonito pájaro! ¡Oh! Que bonita roca...
Hacía mucho tiempo que no dejaba la seguridad del hogar. Es irónico porque desde que llegué nunca he tenido eso. No deseaba este viaje bajo ningún concepto. Estaba aterrada, y de hecho lo sigo estando. Sin embargo sentir de nuevo la emoción del camino, contemplar otros paisajes, el peso de las provisiones a mi espalda, las noches sobre el duro suelo y la sensación de comodidad al llegar a la cama de una posada y pensar: "¡Oh Dioses! ¡Es la mejor cama en la que he dormido jamás!" Y siempre es mentira, pero realmente se siente así. Degustar alimentos de otros lugares, beber hasta sentir que el suelo tiembla bajo los pies, cantar todos juntos durante el camino, callar cuando se prevé una posible amenaza, reír de alivio al descubrir que no era tal cosa o defendernos si lo fuera... Y por supuesto, la compañía.

No mentí al decir que cada uno de ellos era la mejor compañía, siempre lo han sido. Cada uno a su manera hace los viajes diferentes y únicos. Mi padre, por ejemplo, solía hacerlos de forma muy enérgica, no te daba la oportunidad de cansarte o rendirte. Mi hermano era el punto medio, siempre razonando qué hacer en casa circunstancia. Noruber con su habitual calma y esa capacidad de tranquilizar a todos. O Sol... haciendo de cada viaje una nueva aventura difícil de olvidar.

Ahora viajo con él, aunque nadie lo sepa. Iefel también viene con nosotros aportando sus experiencias en los viajes. El resto, tres personas nuevas. No en mi vida, sí en caminos. Tirsa y su fuerza, temperamento e impulsividad. Erin con sus misterios y todo su conocimiento. Y Nemus, calmado pero presente en todo momento. Es como si, a pesar de todo el tiempo que ha transcurrido desde que nos conocemos, no hubiéramos tenido que compartir pasos hasta este momento, por alguna razón. Los cuatro son muy buena compañía, y ojalá siga siendo así.

Deseo estar equivocada y que esos dos individuos no estén siguiéndonos. Pero si no son ellos, o al menos uno de los dos, ¿quién si no iba a gastarme una broma de tan mal gusto? ¿Quién querría impedir que llegásemos a nuestro destino? Solo ellos. Lord Ventar y Melisssndre. Las dos personas que más odio. Quizá es por eso. Ellos lo saben. Saben que estoy a un paso de condenar mi alma eternamente. Saben que ya no soy tan inocente. Que soy irascible y protegeré a quién sea cómo sea. Es eso, no solo quieren impedir que lleguemos. Si los Dioses me condenan, tal vez será demasiado tarde. Y dudo ser capaz de impedirlo por mucho más tiempo.

5 may 2017

La introducción de un nuevo miembro en el Archivo no era algo habitual. Hay toda una jerarquía en la jerarquía que designan a los buscadores, miembros que se dedican a comprobar quién de entre todos los documentos ha aportado considerables informaciones.

Si se ha dedicado a viajar y a recopilar tanta información, quizás sería más útil que informase directamente al Archivo y gozase de todos los privilegios que tengamos para esa persona.

Por todo esto, los beneficios y el tiempo que conlleva introducir a un nuevo miembro, es un privilegio que está fuera de mi alcance. Aún así lo intenté.
Me presenté a mi consejo asignado y expuse mi propuesta. Tenía muchos motivos para creer que era su lugar, donde podía estar segura de tantos riesgos que tenía en su vida. Y querían saber cómo reaccionaría ella ante la posibilidad.

Me recomendaron cautela, que no desvelara totalmente la existencia del Archivo. No sabían todo lo que ella conocía... y creían que podría tentarla con el misterio. No jugaría con esa carta a mi favor, pero no significaba que fuera un fracaso desde inicio.

Y no se lo pensó. El fracaso llegó, sin apenas meditación. Simplemente se negó a acompañarme a lo que podía ser el mejor lugar para estar protegida y desplegar todo su conocimiento para la causa más común de todo Argonath.

Creía que la tendría por una vez, más cerca que otros, más unida a mí que nunca en todo el tiempo que dura nuestra amistad. Siento que mis puños se aprietan con gran fuerza, haciendo un gesto que no deseo. Demasiada rabia contenida por un sentimiento que no me pertenece.

Supongo que seguiré mirando al horizonte, buscando ese poder que no me pertenece, el control que de mí huye y encontrando las palabras que me hagan olvidar.