9 oct 2016

Desde el refugio que había elegido para contener, literalmente, el demonio que vivía en mi interior, recibí la noticia. Todo lo que habíamos construido. Todo lo que habíamos sacrificado. Todo lo que habíamos mantenido por el bien de nuestra familia y el de aquellos a quien teníamos a nuestro cargo.

Lo había precipitado todo por una presión que debería saber manejar. Desde pequeño había sido preparado. Ahora abandonaba a su familia, obligándoles a marchar de todo lo que tenían. Preciados tesoros que no solo podían contarse en oro. Las biblioteca casi infinita de Iefel. Los jardines de Therin. El hogar en el que mis hijos se habían criado, y en el que tanto tenían que descubrir.

Ahora estábamos en el exilio, sin saber a dónde podríamos ir, qué podríamos hacer para seguir viviendo. Y unidos, como seguramente Therin deseaba.

Mientras observo la ciudad que volvía erigirse, vienen a mí todos los recuerdos de lo vivido. Y quería pensar en lo que nos quedaba por vivir. Pero ya no quedaba nada por lo que luchar. Nos tocaba construir un nuevo futuro.