17 sept 2019

Los sueños que creí perder

Sigo mirando a la pared donde antes estaba la puerta. He dejado de ver su antiguo contorno, como una sombra, como una luz demasiado fuerte en la oscuridad que deja un eco.

Cuando comenzó a desaparecer, tuve que acercarme, para que no desapareciese. Sigo con la esperanza de que vuelva a abrirse, encontrar su rostro y esconderla conmigo. Es lo que debería haber hecho desde el principio. Buscarla, protegerla, con mi vida si fuera necesario. Ella se ha atrevido a hacerlo conmigo antes de que se me hubiera ocurrido algo así.

Por primera vez en mucho tiempo siento que duermo, realmente duermo. Como si ese refugio así lo permitiese, lo hago sin soñar. O quizás sea que haya perdido la capacidad de hacerlo. ¿Y si mi amo me la hubiera arrebatado?

¿Los recuperaría ella? ¿Encontraría mis sueños?

Los momentos en que mi mente se fuga para descansar son cada vez más pesados y prolongados, o eso creo. No hay forma de que pueda medir el tiempo aquí. Sé que debería estar enloqueciéndome, pero así ha sido durante mi cautividad. Los ciclos de luz y de oscuridad no tenían sentido, los episodios en los que aparecía cubierta de sangre en ocasiones parecían años, en otras solo segundos.

Despierto sobresaltada, ¿ha regresado? ¿Ha vencido a la pesadilla que domina mi vida? ¿O no volverá nunca? Morir en este lugar es una opción, pero más me vale asumirlo como una certeza. No sé si volverá, no sé siquiera si han logrado vencer... o si alguien más conoce mi paradero en este rincón de ninguna parte.

¿Pero hay diferencia entre mi infierno y mi vida, que vuelve a empezar ahora?

Sí, claro que sí. Ahora me arropa su ternura, su infinito cariño. Nunca ha decaído, nunca me ha olvidado. Si muero aquí descansaré por fin, sé que vivo porque, de alguna forma, soy libre.

Pero antes, dime, ¿has encontrado mis sueños?

20 jul 2019

El mismo miedo

Nunca había estado bajo tierra, no de aquella forma. Quizás alguna vez, entre trincheras para buscar algo de silencio mientras la artillería castigaba la línea que defendían. Esos eran otros tiempos, mientras hacía su carrera militar, escalando posiciones, ganando reconocimiento, luchando por lo que creía...

Pero no, era muy diferente lo que estaba viviendo.

Era una persona más en la fila, esperando a poder avanzar. La carencia de oxígeno era evidente: si los nervios la traicionaban y su respiración se aceleraba, pronto empezaba a notar que... simplemente no era suficiente.

Los túneles que se habían creado a partir del sistema de alcantarillado se habían abierto lo suficiente como para que la media que allí trabajaba pudiera abrirse paso hacia la siguiente zona de trabajo. No había ampliaciones, era asfixiante, claustrofóbico incluso para quienes no lo sentían. Los maderos que sostenían esos pasajes parecían demasiado endebles, más aún para toda la ciudad que nunca descansaba y que se erguía por encima.

No quería pensar en toda la tierra que tenía sobre ella, que podía ceder en cualquier momento... sin que pudiese siquiera ser consciente de ello dado el momento. Solo esperaba que si llegaba el fin, que fuera rápido. Y si no llegaba, al menos necesitaba descubrir qué era lo que se estaba haciendo en esos túneles sin tener que pasar allí demasiado tiempo.

Salió de esos pensamientos al momento en que la empujaban desde atrás, haciéndole saber que ya le tocaba, y le ofrecieron un pico como herramienta. Estaba en notable mal estado, pero dudaba que le pusieran solución.

Avanzó hasta donde le indicaban y se unió al grupo que ya empezaba a trabajar.

Y fue al momento de clavar por primera vez el metal en la tierra sobre sus pies cuando lo sintió.

Una sucesión de imágenes en su mente que apenas duraron un segundo.

Un gran salón de lo que parecía un palacio.
Un árbol marcado a cuchillo con cientos de ojos.
Un farol iluminando un túnel.
Un gigantesco ojo que despertaba después de demasiados años.

Su cuerpo se paralizó, notó una corriente fría desde la nuca hasta sus pies, su piel se erizó por el miedo, sus ojos se desorbitaron al sentir cómo aquella cosa la miraba desde ningún lugar y a la vez desde todas partes.

Y cuando fue capaz de moverse, giró la cabeza en busca de consuelo... solo para encontrar el mismo miedo que ella sentía en todas las personas que cavaban junto a ella.

Todas las almas allí presentes eran prisioneras del terror hacia esa criatura.

30 jun 2019

Sobre el segundo tipo de preocupaciones:

El tren está de nuevo en marcha. En parte agradezco haber tenido la mente ocupada con este problema durante un par de días. Me ha hecho aprender dos lecciones:
La primera, que existen dos tipos de problemas, por simplificarlo un poco. Los que debes solucionar primero por ser de carácter urgente, y los que te atormentan permanentemente por ser mucho más graves que esos.
La segunda lección es que, cuando tu vida está el peligro, el resto de vidas no importa. Eso me recuerda a lo que me advirtió mi padre antes de marchar al palacio. "Ante todo, tu vida es lo más importante, no lo olvides".

Me pregunto ahora si de verdad le importaba tanto mi vida. Qué digo... Claro que le importaba. Es mi padre y me quiere, a pesar de todo.

Ahora que hemos conseguido escapar de esa prisión, regresan a mí los principales problemas que no me permiten descansar. Y entre ellos está el hecho de que mi padre quiere ver a Ada, y ella parece corresponder a su petición. No dejo de recrear numerosas posibilidades de ese encuentro.
Ada intentando matar a mi padre.
Mi padre intentando matar a Ada.
Mi hermana realizando algún tipo de sacrificio para sacar a mi padre de ahí.
Ambos abrazándose, sin más.
Ada intentando ayudar a mi padre, sin éxito.
Mi padre desvelando una verdad aún más terrible de la que ya conozco.
Alguna inesperada que me deje paralizada, como la vez anterior.

Espero que, por lo menos, Ada necesite mi ayuda para llegar hasta él. Ojalá poder ser yo quien la ayude a ella por una vez, y estar cerca de ambos en cualquiera de las situaciones que sucedan durante su encuentro.

Con tantas posibilidades, ¡cómo pretenden que pueda dormir por las noches! Se suman a ellas, la llegada a Vienne, la incertidumbre de qué ocurrirá a continuación, mi hermano y mi madre marchándose, los seres que inundan las noches de la Capital, aquel ojo gigante en las profundidades... el Corazón Dormido. 

Se acerca un final, lo presiento. Continúo con la certeza de que algo horrible ocurrirá, y por ello hasta encontrarnos con lo que será nuestro destino, necesitaré despedirme del calor de mis seres queridos.

Si ellos desconocen que se trata de una despedida, no se me hace tan terrible que así lo sea.

8 jun 2019

Una última orden

La sangre que bañaba el suelo era la puerta para una figura cada vez más cansada, derrotada. Apareció tumbada, con la respiración agitada, temblando sin parar. Cuando se incorporó, la visión que cualquiera tuviera de ella desde el exterior podría ser la de una persona que intenta levantarse del fango después de una brutal paliza.

La bruja, de nuevo en el lugar que tenía que llamar refugio aunque nunca hogar, hizo que la sangre regresara a ella de nuevo, alimentando su cuerpo, haciendo que recuperarse algunas fuerzas. Se preguntó cuantos viajes a lo largo de esos mundos que ya no discernía podría realizar sin morir. Quizás esa fuera la forma de escapar de todo de una vez por todas, pensaba mientras se contemplaba las manos, teñidas de rojo, con sus dedos unidos por finos hilos de sangre coagulada.

— Te has vuelto... a escapar. — escuchó una voz que rompía el silencio al que se había acostumbrado.

Como siempre, en eco, en ninguna parte y en todas al mismo tiempo. Hacía demasiado tiempo que no pasaba por allí, estaba demasiado ocupada acabando con esas vidas que ahora le pertenecían, sus herramientas hasta que dejaban de respirar. Cada vez debían quedar menos, igual que el tiempo que les quedaba.

— La tarea que te encomendé era bien sencilla, ya lo has hecho otras veces.  No puedes dejar a los faeri campar con total libertad, ¡TE LO HE DICHO MUCHAS VECES!

A pesar de los gritos, era imposible no localizar desde donde provenía su voz... y era detrás de ella. Sabiendo que estaba tan cerca no podía moverse, ni siquiera terminar de levantarse.

La única certeza que tenía era saber que no moriría, incluso con esos gritos que mostraban su inestabilidad. Eso sucedería cuando su cuerpo agotase toda esperanza de vivir algo mejor o cuando la ira de su extraño amo la aniquilase por accidente.

— Aunque realmente... no importa. — concluía, ajeno a todos los pensamientos de la bruja, volviendo a su extraña calma. — He cometido un error, un error... que puede traernos muchos problemas.

Sintió entonces que una mano la tocaba en el hombro. Aquel tacto horrible la paralizaba, la helaba. Retiró la mirada con desdén. Pero eso no le evitó ver cómo su amo se deslizaba a gran velocidad frente a ella, agachado, a su altura. Buscaba su mirada, intentando encontrar algo en ella que le mostrase sumisión.

— Enmendarás mi error, ¿verdad? No será difícil... si lo haces en el momento adecuado.

La bruja le miró, sintiendo que el terror subía desde su estómago hasta sus labios, impidiendo que pronunciase cualquier palabra. Pero sí pudo mirarle a los ojos, a esos pozos de terrible luz en el pozo de oscuridad que era su rostro.

— Aniquila al soñador que se hace llamar príncipe antes de que llegue a su trono... y acaba con esa nación antes de que provoquemos el final de todo.

Quizás volviese a ver a su hermana, aunque sería para quitar la vida de un preciado amigo. Si conseguía que la odiase, quizás sería menos terrible para las dos. Todo aquello... sería mucho más fácil entonces.

Pues tampoco tenía forma de escapar a sus órdenes.

3 mar 2019

La Forja decide nuevos destinos

La caída fue breve, pero bastó para despertar a cada una de esas almas que habían sido desplazadas en contra de su voluntad. Muchas de ellas, si no todas, habían intentado vencer al sueño de la noche... pero una pesada sensación se cernía sobre ellas, y el resto era bruma. Hasta aquel momento.

En la oscuridad, el frío las atrapó al instante. Tardaron quizás demasiado en percibir qué estaba pasando, dónde estaban y quien faltaba.

Sera fue la primera en entender todo, y el llanto la sacudió hasta hacerla caer de nuevo al suelo. Allí golpeó con los puños hasta que no pudo más, y poco después se acercaría su hijo para intentar consolarla de alguna forma.

El vacío que ella dejaba era compartido, pero si podían lo expresaban de la forma que aliviase mejor el dolor.

Neera se acercó a Vasir, susurrando su nombre. El muchacho vio en su hermana demasiada calma, y le resultó imposible saber cuanto le dolía haber dejado marchar a alguien tan importante en su vida. Siempre resultaba esa figura estoica que a veces intimidaba, pero que siempre era alguien en quien apoyarse cuando había tempestad, como en aquel momento.

Ya acostumbrada la vista a las tinieblas que las rodeaban, Roldier ya sostenía en sus brazos a Alexandra. Su estado no había empeorado, pero el aturdimiento continuaba a pesar de la lenta recuperación. Se secó las lágrimas lo mejor que pudo y miró hacia el horizonte, intentando discernir algo en el escenario que las rodeaba.

Apenas una luz en el fondo. Quizás una ciudad lejana, quizás un campamento cercano. Y si era una ciudad, ¿era la que acababan de abandonar? ¿Sería seguro acercarse?

"¿Dónde estamos?" es la pregunta que les sacudió a todos.

"¿Y ahora qué?" es la que se hicieron parte de ellos.

Quien no parecía cuestionarselo era Neera, que ya volvía a cargar con su equipaje para volver a moverse y buscar un lugar más seguro en el que pasar lo que quedara de noche.

Su acción motivó al resto a levantarse y moverse lo antes posible. Era demasiado complicado mirar atrás. Tampoco era el momento de pensar en posibilidades, todo sería más claro, como el cielo, al alba.

20 ene 2019

Vidas que soñar

Los jardines ya no representaban un refugio para el alma como solían serlo en el pasado. Siempre recordaba a mi padre, antes de siquiera marchar a la guerra, sentarse entre sus muchas flores para simplemente mirar al vacío.

Quizás se dedicaba a pensar, a recordar. Quizás no hacía nada de eso y dejaba que el tiempo pasase hasta que llegase la noche y poder volver a descansar. Solo en esos momentos perdía esa fortaleza que le caracterizaba siempre.

Estos últimos días nuestra casa se ha agitado tanto que está volviendo a esos días de duda, debilidad...

Ahora he vuelto a entrar en nuestra casa, sin saber qué esperar exactamente, y vuelvo a encontrarle en ese rincón que es su favorito.

No me ha escuchado, dudo que se percatase de mi presencia hasta que me pusiese frente a él. Podía deshacer mi camino y volver a estar de su lado como pasaba siempre, en cada enfrentamiento que vivía nuestra familia. Pero entonces, cuando vuelvo a dudar sobre mi posición, también vuelve a mí el último recuerdo que tengo en esta casa antes de partir.

Ni siquiera el sol había tocado nuestras costas. Hacía mucho frío aquella madrugada, como ocurre antes de que lleguen las luces del alba. Ya vestía la armadura y estaba revisando los detalles de la montura que habían preparado para mí. No era difícil ver que la bestia estaba inquieta, casi tanto como yo.

Entonces apareció mi padre, con ese paso lento, entrando en las caballerizas. Manos cruzadas a la espalda y cabizbajo, reflexivo. No era buena idea interrumpirle, prefería empezar las conversaciones cuando terminaba de cavilar. Cuando creyó conveniente, me contó los planes que había creado y acordado para mí. La sensación de frío me invadió.

Me marché de casa para no volver en muchos años, y lo que debía ser un viaje de esperanza que se tornara en hastío por la guerra se convirtió en un refugio en el que conseguiría demasiados éxitos para mi juventud. Alguien se había interesado por mi mano y yo solo deseaba correr, lejos de todo y de todos, quizás para no volver.

He vuelto y me siento perdida. En estos momentos ya no me encuentro entre mi familia, no sé cuál es mi lugar. La sensación de estar desubicada es demasiado fuerte, solo pienso en volver a filas y seguir dirigiendo ofensivas contra el enemigo... o simplemente defendiendo las ciudades que están en la frontera.

No sé en qué situación, en qué tipo de vida se refugiaría mi hermano de acceder a lo que le pide, o más bien exige, nuestro padre. Pero no es una historia que quiero que se repita. Alguien en esta familia merece tener la vida con la que sueña.

3 ene 2019

Sobre el orgullo

Desde hace unos días me siento menos vulnerable que antes. Después de aquel momento, queriendo practicar mis habilidades mágicas, por primera vez hubo gente que me consideró una amenaza. Eso no me hace sentir especialmente bien, sin embargo es cierto que me hace verme más fuerte de lo que pensaba y creer que quizá soy capaz de cuidar de las personas que más quiero.

Ese sentimiento se hizo aún mayor al salvar la vida del Guía Xena. Aún siento ese calor en el pecho cuando la guardia me dijo delante de Vasir que la ciudad me estaba agradecida.

Todo esto me recuerda a una vez, hablando con Alexandra, cuando me preguntó acerca de mi orgullo. Quería saber si había algo que llenase mi pecho de reconocimiento hacia mí misma. Entonces no supe qué responder exactamente. Pero ahora puedo decir que soy capaz de salvar una vida y de proteger a los míos si me esfuerzo cada día. Eso es lo que me hace sentir un calor que me llena por completo.

Y ahora nos vamos acercando a la Capital, donde parece ser que una amenaza se cierne sobre la familia Maijaie. Tengo muchísimo miedo, me gustaría simplemente poder contarles para que lo evitasen. Espero que sea verdad el hecho de que eso sería peor, y también espero poder detenerlo a tiempo.

Si les pasa algo, no podría perdonármelo. Vasir y Nera son ahora más parte de mí de lo que creo que podrían llegar a imaginar nunca.

Es por ello que debo protegerles. Puedo hacerlo.

Que los Dioses me guíen.