29 dic 2018

Cambios en el mando

Parscia marchaba una vez más. Después de la destrucción que habíamos iniciado en este pequeño punto de Bisra, todo iba a cambiar.

Hijas e hijos de Parscia desfilaban, haciéndose notar a nuestros enemigos con el ensordecedor ritmo de sus pasos, avanzando hacia la victoria. Y sabía, que de estar entre ellos, mirando sus rostros, vería en sus ojos un brillo especial. No era más que esa luz que daba la esperanza de regresar a casa antes de lo esperado, dando fin a todo este sufrimiento, pero mezclada con ese miedo de haber visto cosas increíbles... y que alimentarían sus pesadillas durante los años que estaban por venir.

Quizás así luchasen con más fiereza. Si mataban a todos los Ile-Riens sobre este continente, no tendrían que volver a escuchar cómo el fuego devoraba a las gentes de Bisra. Sí, pocos lo verían así, pero estaba por verse cómo sucedería la batalla final.

Mi imaginación me había transportado junto a los soldados, pero no... mis pies seguían en lo alto de la pequeña montaña que decoraba el campamento donde habían descansado estos días, donde podía contemplar nuestra grandeza.

El frío arreciaba, y las heridas en mi rostro empezaban a quemar una vez más al contacto con ese viento helado. Eso aumentaba mi ira, que solo lograba calmar la carta que ahora quedaba oculta en mi abrigo.

En esa carta, las palabras más sabrosas que podría imaginar. Bezler, hasta ahora cabeza del escuadrón más poderoso de Parscia, respondería ante mí. Su resistencia durante años a mis métodos no había servido de nada, pues la verdad había acabado por quebrar todo pudor, toda excusa, toda palabra que estuviese en mi contra. Se avecinan tiempos de sangre y muerte, y serán los cimientos de nuestro imperio.

Los dioses sabrían perdonar todo aquello que les hiera. Al fin y al cabo, ellos han construido el camino que ahora sigo. Y por ellos que llegaré hasta el final.

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