1 feb 2018

Quemazón

Cuando desperté apenas podía distinguir la realidad de los sueños. Todo lo ocurrido anteriormente resultaba completamente irreal, lejano. Lo único cierto de lo que estaba viviendo era ese quemazón que recorría todo mi cuerpo abrasando mi piel. Había fuego y nadie quería apagarlo. Me estaba quemando viva y nadie podía salvarme.
Apenas entendí lo que Zandhur pretendía decirme, pero más o menos me hacía una idea, todo mi mundo estaba derrumbándose y no existía manera alguna de sostenerlo.

Quizá por eso tuve aquel sueño.
En él, oscuridad total. Poco a poco, algunas formas se iban dibujando, como si fuera tinta sobre el pergamino.
Curvas, una casa, otra más, y otra. Un cielo oscuro.
El miedo y el silencio inundaba aquel lugar que conocía habitado.

Como si mi sola presencia fuera un reclamo, de cada casa surgieron figuras conocidas que me observaban. Todos y cada uno de ellos con semblantes diferentes. Incertidumbre, miedo, comprensión, duda, alivio... Hasta que los que no terminaban de comprender, entendieron. Y todo se transformó en terror.

Recuerdo que no era capaz de emitir sonido alguno. Solo sentía que poca ropa cubría mi cuerpo, y que algo sobre mi piel no dejaba de moverse quemándome. Quería esforzarme por evitar que ellos me vieran así, por hablar, pero no podía.

Y paulatinamente, ellos se difuminaron.

- Hasta siempre.- Pude decir al fin. Pero desconocía si ellos pudieron escucharme. Y la oscuridad volvió, no sé hasta cuando.

Solo sé que al despertar Zandhur desprendía humo, y hablaba con alguien. Y todo lo que sucedió luego alivió de forma fresca y agradable aquel quemazón que por poco acabó conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario