4 oct 2015

Cuando el pasado se antoja una maraña de recuerdos en la que sumergir la mano para retornarla llena de heridas, comienzas a sentir miedo de volver la mirada. Cuando pienso en todo lo que podría ser un engaño, en todo el daño que se ha podido hacer en mi ignorancia, en lo que no se ha contado y se ha ocultado...

Observo su rostro pacífico en mitad de la noche, gracias a la luz de las figuras en el cielo que iluminan en noches como estas. He visto a otros muchos sufrir en sus vidas, y reflejarlo en sus cuerpos mientras hacen algo parecido a dormir. Ella parece no estar preocupada por nada, nada ha herido su cuerpo. Pero es fuerte y podría ocultar las heridas en su alma.

Tengo que levantar para evitar que el temblor y los espasmos de mi cuerpo la despierten. Siento el impulso de gritar, de golpear todo, de tomar la espada y buscar el filo de una espada roma en la piel de ese malnacido. ¿Es esta voluntad destructiva parte del amar? ¿Es querer eliminar todo aquello que pueda hacerle daño? ¿Hacia dónde me llevará ese miedo? Ya siento sus garras sobre mi espalda, solo espero ser lo suficientemente fuerte como para girarme, como hacia el pasado, y hacerle frente.

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