19 abr 2011

Palabras de fuego [II]

La primera vez que tuve la Visión, estaba cerca del agua. El cielo gris, cubierto de espesas nubes que llevaban las lágrimas de los dioses para que recordasemos que siguen ahí. Pronto sabríamos que realmente estaban allí.

El agua en el lago estaba fría. Ninguno de los niños se había atrevido a meterse, preferían contemplar todo desde fuera y jugar en la orilla. Yo había visto algo brillar allí, en el fondo. No pude resistir, y comencé a nadar en su busca. Era un anillo, plateado y de gran peso, una auténtica joya que en mi mano nada podía hacer


Mientras pensaba en que hacer con él, comenzó a llover. Levanté la mirada hacia el cielo, y fue entoces cuan
do empecé a ver Todo el cielo cambió de color, empezaba a sangrar. Y el astro rey, como volutas de humo, comenzaba a teñirse de negro. Jamás en mi vida había pasado tanto miedo. Fue también que el tiempo pasaba a una velocidad increíble. Sentí miedo al ver que la vida se me escapaba, crecía y moría sin poder apartar de ese cielo rojo con una única pupila. Era un abismo infinito del que no podía salir

Lo siguiente que recuerdo es el agua, y la falta de aire. El que decía ser mi padre me arrastraba para sacarme del lago y evitar que me ahogase. Me miraba con auténtico terror, no por mi estado. Había algo en mí que lo aterraba. Comencé a toser y a gatear, con gran ansiedad por no poder respirar. Fue entonces cuando comprendí al que decía ser mi padre: mis ojos se habían vuelto blancos por completo. Grité

Una presión en mi cabeza, tan grande e intensa que caí incosciente
Mis ojos siguieron blancos durante días, y extrañamente podía ver con claridad. Toda serie de rumores comenzaron a crecer a mi alrededor, y aumentaron mi miedo. Era un ciego que podía ver, podía ver cosas que nadie podía. Temblaba ante lo que me estaba pasando, y tuve que esconderme en lo oscuro para no ver ni en un reflejo la ausencia de color en mis ojos

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