El agua en el lago estaba fría. Ninguno de los niños se había atrevido a meterse, preferían contemplar todo desde fuera y jugar en la orilla. Yo había visto algo brillar allí, en el fondo. No pude resistir, y comencé a nadar en su busca. Era un anillo, plateado y de gran peso, una auténtica joya que en mi mano nada podía hacer
Mientras pensaba en que hacer con él, comenzó a llover. Levanté la mirada hacia el cielo, y fue entoces cuando empecé a ver Todo el cielo cambió de color, empezaba a sangrar. Y el astro rey, como volutas de humo, comenzaba a teñirse de negro. Jamás en mi vida había pasado tanto miedo. Fue también que el tiempo pasaba a una velocidad increíble. Sentí miedo al ver que la vida se me escapaba, crecía y moría sin poder apartar de ese cielo rojo con una única pupila. Era un abismo infinito del que no podía salir
Lo siguiente que recuerdo es el agua, y la falta de aire. El que decía ser mi padre me arrastraba para sacarme del lago y evitar que me ahogase. Me miraba con auténtico terror, no por mi estado. Había algo en mí que lo aterraba. Comencé a toser y a gatear, con gran ansiedad por no poder respirar. Fue entonces cuando comprendí al que decía ser mi padre: mis ojos se habían vuelto blancos por completo. Grité
Una presión en mi cabeza, tan grande e intensa que caí incosciente Mis ojos siguieron blancos durante días, y extrañamente podía ver con claridad. Toda serie de rumores comenzaron a crecer a mi alrededor, y aumentaron mi miedo. Era un ciego que podía ver, podía ver cosas que nadie podía. Temblaba ante lo que me estaba pasando, y tuve que esconderme en lo oscuro para no ver ni en un reflejo la ausencia de color en mis ojos

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