El aludido asiente, cabizbajo y aturdido. La luz apenas vive en la estancia. Todo está cubierto por la penumbra, acentuando el desánimo y la tristeza que la situación merece. El remordimiento, la ira y la impotencia, juntas en un mismo corazón
- Adelante, puedes comenzar
- Está aquí. Piensa abandonar el continente, y pronto.
- Continúa
- Sé en qué barco van a zarpar
La conversación continúa, en sombras
No hay lugar para el antiguo afecto y los recuerdos de viejas amistades. Todo eso cayó con el peso de la traición, y sigue en descenso
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Toda la tripulación se movía, o bien esquivando a los cargueros con su pesada tarea, o bien corriendo para no perder el barco en el que se paga pasaje. El trío de viajeros están reunidos en una mesa, comentando el próximo paso a seguir, mientras una mano, antes amiga, los traiciona. La noticia corre por todo el reino. La recompensa es grande por eliminar a los enemigos del rey, y aunque no se les persiga como a perros, algunos están alertas.
Los tres se permiten la risa, sin saber del todo lo que ocurre. Pronto zarparán dejando atrás el miedo y las heridas abiertas. Nada enturbia los pensamientos bajo el cielo azul, hasta que llega el grito
- ¡Cogedlos!
Pronto entienden que han de correr. Separados para ganar tiempo y terreno. Las miradas que se cruzan durante un último instante.
Ella llega a la pasarela, que cruza para llegar a la cubierta. Después, se vuelve para ver lo terrible. Ellos dos caen al agua, más afectados por el cansancio y las heridas del viaje que por aquella flecha tan desafortunadamente certera
El barco comienza a zarpar, justo a su hora, y alejandose del conflicto. La encerrarían a esperar el juicio del capitán, que ya no podía dar marcha atrás. Y las lágrimas dejarían paso al dolor
Los tres se permiten la risa, sin saber del todo lo que ocurre. Pronto zarparán dejando atrás el miedo y las heridas abiertas. Nada enturbia los pensamientos bajo el cielo azul, hasta que llega el grito
- ¡Cogedlos!
Pronto entienden que han de correr. Separados para ganar tiempo y terreno. Las miradas que se cruzan durante un último instante.
Ella llega a la pasarela, que cruza para llegar a la cubierta. Después, se vuelve para ver lo terrible. Ellos dos caen al agua, más afectados por el cansancio y las heridas del viaje que por aquella flecha tan desafortunadamente certera
El barco comienza a zarpar, justo a su hora, y alejandose del conflicto. La encerrarían a esperar el juicio del capitán, que ya no podía dar marcha atrás. Y las lágrimas dejarían paso al dolor
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- Ya despiertan
Aturdidos y agotados, abren los ojos a la luz de una pequeña vela. Estancia lúgubre y pobre, con presencia extraña, tal vez hostil. Recuerdos lejanos que no aciertan a encajar
Volveré a por vosotros. Y esta vez no habrá confianza alguna ni flexibilidad ante el dolor ajeno.
ResponderEliminar~Kyra~