4 dic 2014

En unas solas horas, unas pocas almas creyeron sumergirse en la oscuridad para la eternidad, para después volver a una brillante luz. No esperarían ninguna de las dos cosas, caída o resurgimiento.
Por sus mentes, un auténtico laberinto de emociones y sentimientos.

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Cuando quería abrir los ojos, quería a la vez morirme, y salir de todo el dolor que sentía como el que despierta en mitad del mar, sintiendo que se ahoga.
Dolor, sangre, mareos, miedo, oscuridad, voces a mi alrededor. Pero todo era tranquilo. Apenas sentía frío. Al contrario, una fuente de calor a mi lado, que amenazaba con moverse de un momento a otro. Y eso hizo, para alzarse un poco, mirarme e inclinarse sobre mí.

La chica de las amapolas. Otra vez, mirándome, acariciándome.

Estaba en la oscuridad y aquella era mi luz.

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Hacía mucho que no sentía el fragor de la batalla. Me había vuelto torpe al dejar la espada, no podía comparar el entrenamiento para no morir en el arte de la espada a... matar o morir en mitad de una conquista. Todos estábamos agotados, a punto de tomar la última plaza fuerte desde que entráramos en la ciudad, dispuestos a tomarlo todo o a no dejar nada.

Pero mis fuerzas terminarían de derrumbarse al ver al infeliz que tenía a mi hija como prisionera, como moneda de cambio para sus intereses, sean los que fueren.
La rabia por la desobediencia, el miedo porque algo real le ocurriese. Y cuando la tuve en mis brazos por fin, tuve que hacer esfuerzos para no estrangularla un rato, o lanzarme sobre ese hombre al que tomaban para proteger y a la vez evitar que escapara.

Estuve en la oscuridad, y volvía a tener mi luz.

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Mi tranquilidad y estudio se rompió ante el aviso de que la pequeña estaba en problemas. La observé desde la esfera, buscando los problemas en los que estaba, pero era imposible ver algo. Así que había llegado a una zona de tal poder en aquella torre que se veía superada.
No podía esperar mucho más, tenía que rescatarla de allí... ponerla a prueba, no matarla en el intento.

Pero cuando atravesé aquel portal de negrura, no esperaba encontrar a la figura que me había robado el sueño durante tanto tiempo. Pensé que estaba viva, pensé que había vuelto para que pudiera abrazarla una última vez. Tardé en entender que me encontraba delante de su hija, que era un calco de ella, una copia en miniatura.

Me costó separarme. Quería contarle la verdad, quería saber de ella.
Aunque Kyra hubiese huido de ella... tal vez me esté agarrando al que creo que es el único nexo con la mujer a la que amé.

No me sabía en la oscuridad, y ahora no sé donde está la luz.

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