21 ene 2012

Un poco de diversión nunca viene mal.

Los rayos del sol me despertaron a la mañana siguiente. Parpadeé un par de veces y miré a mi alrededor, estaba tumbada en una cama mullida, tapada con mantas suaves y cálidas...me sentía tan bien...
La habitación era pequeña, la cama estaba contra la pared y a la derecha había una mesita de noche, donde estaba Trebor durmiendo plácidamente...seguramente saldría de mi bolsillo anoche, es muy listo. En la habitación también había un escritorio de madera y un armario del mismo material. 
Me destapé y me incorporé. Me froté un poco los ojos para espabilarme y bostecé, hacía tiempo que no dormía tan bien.
Me levanté y salí fuera. Eché un vistazo en la habitación de William, para ver si seguía dormido, pero la cama estaba hecha, supongo que se habría levantado ya. Después miré la habitación de Pututu, estaba profundamente dormido y roncaba un poquito. Cerré la puerta para que no le molestase ningún ruido y bajé las escaleras hasta el salón.
William estaba sentado en la mesa, parecía que acababa de terminar de desayunar.
-Buenos días-me saludó sonriente.
-Buenos días ¿Hay algo de desayuno?-soy muy seca recién levantada.
-Si, claro, siéntate-William fue a la cocina y volvió con un plato de comida.
-Gracias-dije cuando me lo sirvió.
-De nada. Por cierto, en el pueblo más cercano hay un festival con música, bailes, bardos, juegos...podría ser divertido, ¿Quieres que vayamos?
-¿Un festival? ¡Claro!-me encantaba la música y el baile, me encantaba ver a la gente feliz y pasándoselo bien-. En cuanto termine de desayunar subo a arreglarme un poco-dije sonriente.
Terminé rápidamente y subí corriendo a mi habitación para prepararme. Allí me arreglé el pelo y no paré de cepillarme todos mis rubios mechones hasta que quedaron suaves y sedosos al tacto. 
Después busqué en mi mochila mi colgante favorito. Me lo regaló Elrond, me lo pongo en las ocasiones especiales y el resto de las veces lo dejo guardado en la mochila, para que no se estropee. Es muy bonito, tiene forma de Luna y es de...¡vaya! ahora que lo pienso...nunca he sabido de qué estaba hecho; bueno, no importa, el caso es que es muy especial para mi.
Cuando terminé de arreglarme fui a la habitación de Pututu para ver si seguía dormido...Y así era...bueno, estaría muy cansado...Le dejaré una nota diciendo donde estamos y listo.
Cuando terminé, bajé para salir con William, él ya estaba saliendo de la casa.
-Ven, iremos en caballo. Oye ¿Dónde está tu compañero?
-Se ha quedado durmiendo, pero le dejé una nota diciéndole donde estamos.
-De acuerdo...pues iremos en un solo caballo y dejaremos el otro aquí por si cuando se despierta quiere venir.
Nos dirigimos a la parte de atrás de la casa, allí había un pequeño establo donde había dos caballos muy bonitos.
William sacó a uno y cuando él se subió me tendió la mano para sentarme tras él. Una vez sentada me agarré muy fuerte a él y empezó a galopar.
Con el viento, su pelo recogido en una coleta me acariciaba la nariz y me hacía cosquillas, además los ojos me lloraban por la velocidad. Hacía mucho tiempo que no montaba a caballo y apenas me acordaba de esta sensación, me alegra volver a recordarla; me gustaba sentir el viento y la velocidad, el cabello de William acariciándome, que el galope me levante unos centímetros de mi asiento, que mi corazón lata a la misma velocidad a la que vamos...Me sentía libre.



A mi alrededor veía como el paisaje se movía y cambiaba de menos a más vegetación, cada vez veía mas árboles y de vez en cuando me parecía ver algún que otro conejo. Cuando quise darme cuenta ya habíamos llegado al pequeño pueblo, se oía la música y las risas de los habitante, el pueblo desprendía felicidad.
William bajó primero y me ayudó a descender, yo le sonreí a modo de agradecimiento.
-¡Vamos a ver que hay!-dije entusiasmada mientras arrastraba a William del brazo, él asintió y me siguió.
¡Todo era precioso! Las calles estaban llenas de música, de alegría, de bailes y risas. Todo estaba decorado con flores y guirnaldas de colores chillones.
Los bardos estaban por todas partes, tocando música, recitando poemas, jugando y conquistando a las damas. En la plaza principal había gente bailando al ritmo de una música muy alegre, me animé y arrastré a William al centro.
-¡Bailemos!
-¿De verdad?-por la voz noté que no le entusiasmaba la idea.
-¡Si, será divertido!-empecé a moverme a su alrededor y él comenzó a seguirme, aunque no lo hacía con mucho ánimo.
Reí, bailé y disfruté de lo lindo, todo era alegre y estaba pasándolo realmente bien. Incluso William empezaba a disfrutar del baile.
-¡Atención a todo el mundo!-llamó un bardo. A su voz, todos dejaron de bailar para escucharle-¡Vamos a celebrar una competición en la que se entregarán maravillosos premios a los ganadores! Puede participar quien quiera, ¿Quién se anima?
Varias personas levantaron el brazo y el bardo les indicó que se colocasen a su lado.
-¿Qué te parece, William? ¿Participamos?-pregunté sonriendo.
-De acuerdo...si insistes...
Levanté mi brazo y el suyo y el bardo nos colocó junto a los demás participantes.
-¡Ya tenemos a nuestros participantes!-anunció-Esta competición es una carrera de obstáculos. Los participantes deberán trepar ese muro de alli, después andar sobre ese fino tablón y finalmente saltar esa vaya. Todo eso sin caerse, claro. Quien caiga tendrá que empezar desde el principio.
Miré el recorrido y asentí enérgicamente, ¡puedo hacerlo! El bardo dio la señal y la carrera empezó.
Todos corrimos hacia el muro que había que trepar. William trepó rápidamente, parecía un rayo; me quedé tan pasmada que cuando quise darme cuenta iba la última para trepar el muro. Intenté trepar rápidamente pero nada, mis manos se resbalaban y caía hacia el suelo otra vez.
Tras mucho esfuerzo, tiempo y burlas del bardo conseguí pasar el muro. Al final vi que William ya había llegado al final, también vi que en el salto uno de los participantes se caía estrepitosamente al suelo y en la siguiente prueba (el tablón sobre un pequeño foso) vi a una chica saliendo del foso y otro cruzando con algo de dificultad. Corrí hacia la siguiente prueba y, tras ver que la chica cruzaba el tablón, empecé yo a pasar.
Fui poco a poco, con los brazos en cruz y asegurando el paso, estuve a punto de perder el equilibrio un par de veces pero lo recuperé y seguí adelante, superando la prueba. Finalmente el salto, lo superé sin problemas y llegué a la meta ¡Quedé en tercer puesto! Al llegar me puse a dar saltos de alegría, me sentía muy emocionada y orgullosa de mi misma.
-¡Y aquí tenemos a nuestros ganadores!-anunció el bardo- En tercer lugar tenemos a esta elfa, ganadora de...¡una piedra mágica!
-¿Una piedra mágica? ¿Para que sirve?-pregunté.
-Lo sabrás cuando llegue el momento...-dijo enigmáticamente-El señor que ocupa el segundo puesto ha ganado... ¡una poción! Y para nuestro gran campeón tenemos...¡Un talismán! Gracias a todos por participar en esta competión, ¡la repetiremos pronto para nuevos concursantes! ¡Ahora disfrutad de la música y del baile, compañeros!
La gente aplaudió y vitoreó durante unos minutos, después siguieron bailando, cantando y bebiendo.
-¡Qué bien lo has hecho!-le dije a William-. No sabía que eras tan ágil.
-Meh...no ha sido para tanto...Por cierto, va siendo hora de marcharnos, atardecerá dentro de poco y hemos dejado a tu amigo solo y el viaje es largo...volveremos mañana con él si quieres.
-De acuerdo.
Cabalgamos de vuelta a casa, yo estaba agotada y casi me quedo dormida agarrada a William, pero pude aguantar hasta el final del trayecto. Cuando llegamos le deseé buenas noches a mi anfitrión y fui a dormir a mi habitación. Me desvestí y dejé el colgante de Elrond en la mesita de noche. Antes de caer dormida me di cuenta de que la habitación no estaba del todo oscura...había un resplandor cerca de mí y al girarme hacia la luz vi que el colgante brillaba levemente, era una luz muy suave...no pude ver nada más porque el sueño me venció y caí profundamente dormida.

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