25 ene 2012

Comienzos X

No viajé durante demasiado tiempo con Bran. No porque no quisiera, sino por los acontecimientos que darían lugar más adelante.

Estuvimos juntos una semana y poco. Ya estaba bastante lejos de casa, muy cerca de la costa al sur de mi continente. Sin ninguna duda, hoy en día no quiero regresar a esa zona. Jamás. Echaba de menos a todos, a pesar de que estaba a punto de atravesar el mar para despedirme definitivamente de mi vida. Quería conocer otros lugares. Fue Bran quien me dio la idea de ir hacia allí.
Los últimos días sentí inquietud, como si me observaran de cerca.

Cuando llegamos a la costa vi barcos de todas las clases. Algunos eran enormes, otros eran más medianos y me parecían adorables los más pequeños. Los botes me hicieron imaginar que estaba en medio del mar con tan solo ello. No fue una sensación agradable ese pensamiento.
Pero el mercado era enorme. Había mercaderes que ofrecían sus productos a voz alzada, incluso te perseguían por todo el muelle si hacía falta. Tenías que comprar sí o sí.

Vimos algunos carruajes de mercancías. Comida, bebida, ropajes y... ¿personas? Había un carruaje tapado, y pude escuchar perfectamente el lamento de la gente. Seguro que más gente podía oírlo, pero claro... todos preferían ignorarlo.

-Bran... ¿oyes eso?

-¿El qué?

-La gente que está encerrada en ese carro tapado.

-Ah, son esclavos.-Susurró.- Supongo que irán con sus nuevos amos.-Respondió con un tono neutral.

-Es horrible. No pueden ser privados de su libertad. Tenemos que hacer algo.-Añadí en voz baja, por si acaso alguien escuchaba. Bran se lo pensó durante un rato y después habló.

-Tengo un plan. Es simple. Vas y abres el carro mientras yo distraigo al mercenario.

Y así lo hicimos. Me acerqué en silencio hacia el carro cuando se metía en un callejón saliendo del puerto y me coloqué detrás de él. Vi aparecer a Bran desde otro sitio opuesto y distrajo al mercenario de una forma un tanto peculiar. Pensaba que intentaría lanzar algo o desviar su atención lejos de ahí. Pero tan solo se puso a hablar con él. Así... ¿cómo liberaría a los esclavos sin llamar la atención?

Cuando conseguí abrir la cerradura, Bran y el mercenario se dieron la mano. Aquello me dejó perpleja, por lo que no advertí la presencia de alguien detrás de mí hasta que me empujó al interior del carro. Había mucha gente, apretados, pero no me fijé en ellos, pues pronto me vi encerrada por la persona que me empujó.

Contemplé horrorizada al hombre de la otra vez, del cual Bran me rescató. Bran se acercó a nosotros con una sonrisa siniestra.
Me miró burlón y estrechó la mano con el hombre andrajoso o... más bien le entregó su parte del dinero. Me costó comprender lo que había sucedido.

Desde el principio, Bran y ese hombre habían estado aliados. Supuse que tan solo querían capturarme para este fin, pero al ver que yo iba ganando la pelea, Bran apareció para "rescatarme". O más bien a él, pues estaba herido y se estaba desangrando. Quizá tampoco le convenía que me hiriera.
Lo que más me dolió no fue la propia traición, sino el hecho de que consiguieran engañarme y que, de nuevo, me hubiera confiado demasiado.
Todos esos pensamientos bañaron mi mente por completo, dejándome nula ante cualquier cosa. Bran interrumpió mis pensamientos, con una risa demente.

-En serio, no imaginaba que sería tan fácil. Parecías hasta inteligente, D. Espero que lo pases bien con tu nuevo amo, ¡ah!, y no es nada personal, pero lo cierto es ¡que no tengo una triste moneda! Aunque eso ya lo sabes.- Otra persona mientras Bran decía aquello se las arregló para arrebatarme las armas y el dinero. No podía moverme ni reaccionar, ¿qué sería de mí?
Y como una estúpida, no me defendí.

Mis posesiones acabaron en manos de Bran, incluido mi diario de viaje, el cual no volví a ver.

-Traidor, bastardo. Musité.

-Puede... gracias por tus posesiones. Buen viaje D, nos veremos... o no.- Y comenzó a reírse a carcajada limpia.

El carro se puso en marcha mientras yo soltaba mis últimos gritos de rabia hacia él.
Comencé a comprender que estaba atrapada y no era ya dueña de mi propio Destino. Comprendí mi amargo futuro, y con ese último pensamiento, todo se volvió oscuro.


Todo a partir de aquella oscuridad todavía continúa borroso a día de hoy en mi mente. No recuerdo nada de lo que sucedió hasta concluir mi viaje. Me pregunto si me di un golpe en la cabeza...

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