24 ene 2012

Comienzos IX

El tiempo continuaba avanzando y mi viaje seguía realizándose en solitario. No tenía problemas, mis antiguos compañeros de viaje me enseñaron a valerme por mí misma y, desde luego, apliqué sus enseñanzas. Todas, excepto la más importante.
No quería volver a mi hogar como todos hicieron, y no porque no quisiera verlos, ¡desde luego que no! sino porque mi propio orgullo me impedía dar media vuelta y admitir que estaba equivocada. No le daría a Drek esa satisfacción de decirme con un tono de voz irritante, debido a su falta de apasionamiento: "te lo advertí". Sin embargo lo extrañaba tanto... tanto que me oprimía el corazón hasta dejarme sin aire.

"Si él estuviera conmigo..." comenzaba siempre en mi mente, pero nunca quería acabar lo que seguía, pues ello provocaba que se creara un nudo desagradable en mi garganta. Tan solo lo escribí una vez en mi pequeño diario de viaje, donde relaté casi todo lo que hice y pensaba... sobre todo lo que sentía.

Tras despertarme una mañana después de haberme sentido observada durante la noche, comencé a recoger mi campamento. Mientras estaba en ello y desvié mis pensamientos de nuevo a mi familia, escuché a alguien acercarse. Sabía que era una persona, pues de ser una bestia no habría armado tanto escándalo. Alertada y en guardia, vislumbré tan solo a un humano de aspecto claramente andrajoso, acercándose a mí con una sonrisa que me provocó un escalofrío.

-Vaya... ¿A quién tenemos aquí? Una elfita tan joven y tan... sola. ¿Te has perdido?

No le respondí. Lo miré desafiante mientras llevaba la mano a la empuñadura de mi espada. Pero no estaba ahí, y tampoco estaba entre mis cosa. ¿Y si... me la robaron durante la noche?
El hombre pudo ver mi cara de horror ante la certeza de verme indefensa.

-¿Has perdido algo?-Dijo mientras sacaba mi espada y me la mostraba.

Casi instintivamente, me abalancé contra él y tras forcejear, conseguí arrebatársela. Y cuando nos implicamos en una lucha reñida, lo herí profundamente en el costado. No tardaría en morir desangrado.
Sin embargo, en su último esfuerzo consiguió abalanzarse contra mí y desarmarme, dejándome acorralada entre el filo de su hoja y un árbol. Ya sentía un poco de presión sobre mi vientre, pero nunca me atravesó, pues alguien se abalanzó contra mi adversario, el cual se dio la vuelta violentamente mirando al nuevo individuo. Lo primero que vi fue sorpresa en sus ojos. Después un brillo en la mirada que en ese momento no pude adivinar a que se debía.

-Largo de aquí, ella va conmigo.-Inventó el humano que me había ayudado. Callé acongojada. El hombre andrajoso lanzó una sonrisa divertida y sorprendentemente se levantó y se marchó.

El humano no tenía mucho mejor aspecto que el otro. Tenía el pelo revuelto, negro y sucio, y ojos grises. Ropajes destartalados, como si siempre llevara lo mismo. No parecía de fiar, pero me había ayudado.

-De nada.-Se limitó a decir. Pero yo no iba a darle las gracias.-No deberías viajar sola, ¿hacia dónde te diriges?

-A ningún sitio.

-¡Oh! ¡Que casualidad! Entonces no te importará que viaje contigo.-Comenzó a acomodarse en lo que quedaba de mi campamento.

-Sí que me importa, yo viajo sola.

-Bueno, te he salvado el pellejo, y aún así veo que eres fuerte y sabes manejar ese chisme.-Señaló mi espada.- Podríamos ayudarnos mutuamente.

Me quedé pensativa un rato. Supuse que igual un poco de compañía no vendría mal, así dejaría de pensar siempre en lo mismo. Por lo que acepté su propuesta.
A pesar de su aspecto y su forma de hablar, me planteé que quizá sería un buen hombre. Y como siempre, me confié.

-Por cierto, ¿cómo te llamas?-Preguntó a la noche después de un viaje tranquilo, mientras cenábamos al calor del ambiente de una posada que además, había pagado yo.

-Dakota.-Respondí recordando en consejo de Uriel de no dar mi verdadero nombre. Eso me hizo pensar que quizá él no se llamaba realmente Uriel. Pero tampoco importaba.

-Dakota... nombre extraño para una elfa. No me lo creo, así que te llamaré D.

-Suena ridículo.-No me gustaba nada en absoluto.

-Lo sé. Mi nombre es Bran, por cierto.

-Uh... lo simplificaría, pero tu nombre ya es ridículo de por sí.

Bran soltó una risa seca, y continuamos la cena sin mencionar palabra.

1 comentario:

  1. Demasiado que sobreviviste durante tanto tiempo. Suerte que lo hiciste
    - Ethan

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