7 jul 2011

Palabras de fuego [VI]

- Ni siquiera sé tu nombre - fue lo primero que le dije en horas

Había pasado largo tiempo meditando en mi nueva vida. Aquel beso no se me borraba de la memoria, y tampoco toda aquella simbología. Podría parecer una broma pesada desde fuera, pero desde el interior, era demasiado terrible
Mi mundo, aunque no deseable, había sido roto en pedazos. Era lo único que me quedaba, y ahora era sustituido por aquel extraño tan taciturno

- Iddar. Puedes llamarme así, si quieres - lo dijo sin levantar siquiera la vista.

Tallaba algo en un pequeño trozo de madera. Con aquel manejo, todavía no sabía ni podía ver que era. Aunque era algo laborioso

- ¿Qué es lo que vamos a hacer?
- ¿Ya estás dispuesto a continuar? Enhorabuena, chico, has elegido la vida
- No soy un chico, soy casi un adulto

Se rió con algo de sorna, pero no continuó aquella conversación. Seguía tallando, a la vez que me explicaba nuestro camino a seguir. Yo me perdí en el primer instante, ya que no sabía nada más allá de mi aldea. Las más arriesgadas aventuras las tuve en mis escapadas lejos de casa. Y ninguna con un destino agradable

Comenzamos a movernos despacio. Tenía que empezar a aceptar mi nuevo destino. Cuando vivía en la aldea, había escuchado relatos de gente que había huido tras la desgracia de perder sus hogares. Se asentaban en nuevos lugares, pero no solían durar demasiado. ¿Sería yo como uno de ellos? Mis días no eran demasiados, pero no quería acabar de esa forma

Lloré mientras caminaba, en silencio. No quería que Iddar me viera llorar y temblar de miedo. Pero sabía que me observaba. Algo era lo que quería de mí, me sopesaba con la mirada, esperando a que hiciera algo fascinante, o revelara una naturaleza fascinante

Pero era solo un muchacho, sucio y desgarbado, que caminaba para no morir.

A la tercera noche de camino, me desperté de mi sueño. La hoguera aún ardía, y Iddar aguardaba. Cuando me vio despierto, se levantó para entregarme un objeto pequeño, cilindrico, envuelto en un pañuelo.

- Ahora es tuyo - me dijo en susurro. Me había desvelado con rapidez, sorprendido ante aquello - Solo podrás tocarlo tú, y solo obedecerá ante ti. No lo pierdas

Me quedé extrañado, no tenía ni idea de que me estaba hablando. Desenvolví el pañuelo, intrigado. Y descubrí, la pequeña figura, como de un tótem, de una bestia salvaje

- Un... ¿... amuleto? - pregunté sin entender. No tenía una forma definida. Era un oso, tal vez, o alguna criatura parecida
- Te protegerá cuando llegue el momento. Y tendrás que ponerle un nombre, pero todavía no - respondió después de asentir

Me sumergí en su mirada, y caí dormido al instante, antes de poder siquiera seguir preguntando acerca de aquel extraño regalo

1 comentario: