17 jul 2011

La libertad del amor

Increíble, esto no puede estar pasando. Mi hermano, siempre admirable, me confesó algo que en ese momento me repugnó. ¿No hay muchas mujeres en Argonath? ¿Por qué ha tenido que fijarse en lo único que no le conviene? Sol es un buen hombre, pero solo eso, un hombre. Iefel también lo es… es imposible, no puede gustarle.
A pesar de intentar mantenerme serena cuando me lo contó, se me escapó alguna mueca, y lejos de hacerle más daño me fui tras escuchar en susurro un “lo siento” por su parte. Era rabia… o impotencia, no sabría definir lo que sentía en esos momentos. Asesté contra un árbol todas mis fuerzas con mi espada, y después continué practicando, olvidándome de todo. Ese fue el problema. Olvidé mi herida, abierta de nuevo y sangrando. Ya estaba harta de tener a todos preocupados por mi culpa, tampoco quería dar explicaciones en ese momento de por qué había estado practicando. Así que simplemente me cubrí con una tela e hice fuerza para que dejara de sangrar. Y luego me escondí debajo de una capa para que no se viera la sangre de mis ropajes.

Al volver vi a Iefel cabizbajo, y a Ethan con mirada interrogante. Simplemente me eché a dormir, mientras intentaba comprobar que la sangre había parado de salir. Pero antes de comprobarlo caí dormida.

Ethan me despertó de golpe, y al abrir los ojos me sentí muy mareada. Él me preguntaba que había hecho mientras intentaba sanar la herida, pero al ver que no podía pidió ayuda. Alguien comenzó a curarme y después me colocaron cerca del fuego. Sí, ya sé que soy idiota. En fin, a dormir de nuevo tocaba.

Ahora es por la mañana, Iefel se había pasado la noche despierto a mi lado, y ya le convencí de que durmiera. Aún hace mucho frío, pero con unas cuantas mantas la cosa cambia. Cuando vi a Ethan de nuevo volvió a preguntarme, y en ese momento me derrumbé mientras se lo explicaba todo. Él solo mostró sorpresa, y me explicó que conoce historias como la de mi hermano, y que siempre acaban mal. Dije cosas horribles, me di cuenta de ello cuando al mirar de nuevo a Iefel me percaté de que estaba sollozando.

Pero es mi hermano, y a pesar de tener yo una boca tan grande y decir estupideces, intentaré hacer que de alguna forma sea feliz.

[Diario XXX]

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