3 sept 2011

Una nana para mi dragón

Se alejó. Como no, sin hacerme caso. Y eso que lo castigué, como buena madre que soy. Bueno, algo parecido. Pero se me desgarró el alma cuando lo vi tirado en el suelo, en forma de dragón, y con una herida en el costado.

No me fijé en aquel hombre en ese momento, quería que le entregase a Hob, y no me di cuenta, hasta que Ethan me dijo que se lo diera, de mi manera de protegerlo. Me costó entregárselo a Ethan, pero al hacerlo salió corriendo. Buena estrategia.

-¡Cogedle!-Gritó el hombre, mientras invocaba a unas criaturas que no parecían en absoluto vivas. Vestidos con armaduras y cascos, con trozos de carne podrida. Incluso podía ver algo de sus tejidos internos. Pero no me entró el pánico, y comenzó la batalla.

Cada vez que acribillaba a esas criaturas, no daban muestra de dolor. En un momento dado de la pelea escuché algo caer, pero no me di cuenta hasta más tarde de lo que era. Continuamos, no eran muy fuertes, pero al estar muertos tenían la ventaja de que no podían volver a morir. Dos de ellos se prendieron en fuego, el último que me quedaba fue decapitado. Pero a pesar de estar sin cabeza, su cuerpo seguía luchando, fue entonces cuando me entró el verdadero pánico.

Luego, todo estaba nublado.

Desperté en los brazos de Iefel, todo había terminado. Me explicó que el hombre se fue tras coger algo del suelo, y entonces me fijé en que no tenía el colgante de Ethan. ¡Maldita sea! Su primer regalo, y además tenía la libélula enganchada. Ya no podría comunicarme con él y sí, ahora me siento más vulnerable. No por mí, sino por el bebé. Y también por Hob, que apareció en su forma humana en brazos de Ethan al instante.

Tiene fiebre, al menos Sol ha curado su herida. Es tan pequeño que temo que esas fiebres acaben con él. Espero que mis nanas y caricias ayuden a que se sienta mejor.


[Diario XLIV]



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