21 may 2011

A prueba

No fue fácil llegar hasta la torre. El enano que nos había dirigido por el camino hacia ella se dispuso a marchar. Sus ojos eran blancos, quizá su cordura estuviera a punto de desaparecer junto con el color de ellos. Recuerdo las voces que anteriormente nos acecharon. “No saben a dónde van” “¿Crees que unos simples mortales pueden sobrevivir?” “Ilusos”. A pesar de todo intenté que el miedo no me invadiera.

Ash había desaparecido, aunque mejor para ella, así permanecería a salvo de todo. Ethan y yo continuamos nuestro camino y fue a partir de entonces cuando comenzó todo.

A la entrada de la torre pude ver perfectamente la silueta de mi hermano Iefel. Él se alejó de la entrada y corrió escaleras arriba antes de poder alcanzarlo. Al llegar lo vi de nuevo mientras gritaba:

-¡Guardias, hay intrusos!-Ya me imaginaba que acabaría luchando contra muchos guardias.

Apareció uno con el rostro cubierto, que sin piedad separó la cabeza del cuerpo a mi hermano con su arma. Yo… me quedé paralizada unos momentos, mientras la cabeza se acercaba hacia mí rodando y el cuerpo inerte de Iefel se mantenía unos momentos en pie hasta caer. La furia, la rabia, la ira… todo inundó mi cuerpo. Embestí contra el guardia, ya nada me importaba más que matarle. Atravesé su cuerpo con mi espada y de su boca solo salió un pequeño grito de dolor y sorpresa.
Lo que ocurrió después fue aún peor. Al quitarle lo que le cubría la faz vi el rostro dolido de mi padre que no tardó en quedarse sin vida.
“Esto no está pasando, ¡esto no está pasando!” Intenté reaccionar, pero mi cuerpo no estaba por la labor. Sin darme cuenta, me dejé caer al suelo.

-Kyra, debemos continuar.-Escuché la voz lejana de Ethan. Anteriormente su rostro había estado cambiando poco a poco. Sus orejas se volvieron más puntiagudas y al hacer un gesto con la boca pude visualizar que sus dientes se alargaron. En ese momento, no estaba segura de si realmente era él, pero ya no me importaba.

-No puedo… he matado… a mi padre y a mi hermano.-Lágrimas recorrían mi rostro sin piedad mientras en mi garganta se ahogaba un grito que deseaba la libertad.

-No podemos parar aquí.

-Ve sin mí, Ethan, ya no puedo más.

-Kyra… no puedo hacer esto sin ti… te necesito. Me estoy perdiendo a mí mismo.- Esas palabras me convencieron. Me dije a mí misma que debía continuar el camino, no venía a cuento tanto sacrificio sin motivo.

Me levanté del suelo y proseguí. Ethan parecía afectado, pero no entendía por qué a él no le pasaban cosas al igual que a mí. No tenía ganas de preguntarle, no tenía ganas de nada. Solo de acabar con todo. Subimos y subimos hasta la última planta, y antes de poder pasar la puerta vi algo que me desconcertó del todo, que me hizo más daño aún que lo anterior.

Mi madre. Su mirada tenía un claro matiz de decepción, parecía que iba a romperse de un momento a otro.

-Kyra… ¿Qué has hecho?-Me preguntó. Permanecí en silencio, aparte de por el shock en sí, porque no tenía nada que decir.-Has matado a tu hermano… a tu padre… ¿Tan poco valen? ¿Crees que merecen morir para salvar tu vida?

No entendía por qué mi madre me estaba diciendo todo eso. Ella, quien me cuidó y me quiso incluso después de morir, porque aún la siento cerca… y esa persona que estaba delante de mí no me inspiraba cercanía alguna.

-¿No quieres que viva?- No contestó, no era ella o no quería pensar que era ella. “Mi madre es un ángel” Caí de pronto en esa absurda deducción. Sin pensarlo agarré el picaporte de la puerta que conducía al final del camino y la abrí.

Fue un alivio el ver que lo que decía ser mi madre se convirtió en algo parecido a aquella cosa negra que vimos en el bosque y que nos perseguía. Justo al abrir la puerta, vi al fondo de una inmensa sala otra puerta que se abría de pronto, y a Ethan salir de ella. Al mirar atrás ya no estaba y las piezas empezaron a encajar. Fue todo una prueba que debíamos llevar a cabo de forma individual, y ambos la habíamos superado.

Estábamos agotados y finalmente caímos al suelo.

Desperté, él también lo hizo. La sala en la que estábamos era extraña, y no me fijé demasiado en el decorado. Tan solo me percaté del centro, donde había un cristal zafirino sobre un pedestal.

-No lo toques.-Me ordenó Ethan.-Si no quieres irte a una dimensión diferente y no puedas volver a Argonath.

-Gracias por el aviso. Ethan… lo que ha pasado… no era real, ¿verdad?

-No, ha sido todo una ilusión.-Un suspiro largo salió de muy dentro de mí. Fue un verdadero alivio, me sentí menos pesada.- Bueno, ahora hay que poner fin a todo esto. No te asustes por lo que voy a hacer.

Sacó una pequeña daga y le dije: “Vasa cortarte, ¿no?” Él me respondió que sí, de todas formas no iba a asustarme por eso. Pero ojala hubiera sido solo eso. Con la mano bañada en sangre oscura agarró el cristal y lo impregnó de ella. Todo fue muy rápido. El suelo temblaba, y de una espesa nube de humo negro algo apreció, una criatura de las tinieblas cuyo cuerpo estaba maltrecho y dejaba ver gran parte de su esqueleto. Extendió sus manos hacia el cielo y poco a poco algo pareció formarse en ellas. Una esfera negra de lo que supuse que sería aquel demonio del que queríamos deshacernos.

Caí al suelo, mis piernas dejaron de responder.

-¿¡Para qué me habéis llamado!?-Gritó con una voz profunda.

-Quiero rescatar al mago que tienes encerrado.- Ethan habló mientras continuaba agarrando el cristal. El otro ser deja surgir una gran risa atroz.

-No es tan fácil como quieres creer, pero por entregarme a mi esclavo te acercaré a él. ¡Y tú por mancillar mi piedra serás castigado!- Profesó esa última parte señalando a Ethan.

De las manos de aquel ser surgieron hilos de fuego que atacaron sin piedad el cuerpo de Ethan. Empezó a consumirse, su carne, su ropa, su ser. Quise correr a salvarlo e interponerme a su castigo. Pero para mi sorpresa, Ethan comenzó a reírse, con una carcajada descontrolada.

-¡Vamos, libérame de esta carcasa mortal!

Poco a poco intenté comprender… o estaba muriendo, o… No pude acabar el hilo de mis pensamientos, pues la oscuridad invadió mi mente hasta dejarme inconsciente.

[Diario XV]

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