17 may 2011

Pasión

Todo fue muy extraño al igual que fugaz. Bajo el efecto de alguna planta alucinógena que no me esperaba encontrar entre nuestro vendaje.

Hablábamos, como siempre. Mientras descansábamos sobre una cama mirándonos a los ojos. Nunca me había fijado antes en el brillo misterioso de ellos, no de esa manera, ni de cómo sus ropajes se ceñían fieles a su piel grisácea. Tampoco en que sus labios fueran de un color algo más cálido que el resto de su cuerpo, y de lo suaves que parecían. Un segundo eterno de miradas significativas.

El beso me ardía, tal vez segundos, o minutos… no me importa. Siempre me ha importado el tiempo y cuando no sé de él me agobio, pero en ese momento no existía. Tan solo su aliento en mi boca y la punta de mi lengua deseando ir más allá.

En fin, ocurrió lo que tuvo que ocurrir. Y fue algo más tarde que aquel beso cuando consumamos aquel acto ardiente. Sin detalles morbosos, pues escribo un simple diario para recordar en un futuro como surgió y el por qué. Cómo me sentía, pero no son necesarios tales detalles pues en mi memoria bien fijados se quedarán.

[Diario XIV]

1 comentario: