17 may 2011

El portal

El cristal zafirino estaba manchado ya de aquella sangre negra como el mismísimo abismo que acababan de convoncar. El suelo temblaba, y como una tempestad en mitad del océano, una terrible nube de color negro comenzó a formarse en la sala.

Las tinieblas se expandieron creando una cúpula de terror y muerte en su interior. Nada podía verse a través de ella, y pocos querrán ver algo así. Ella cae al suelo de impresión y miedo

De la piedra comenzó a sugir un ente viviente. Reblandecida, dejó que unas diminutas manos comenzaran a abrise paso y a expander su superficie. Tal velocidad, o tal pasmo con el que contemplaban toda la escena, que pronto tuvieron ante sí a un señor de las tinieblas

Su carne fustigada mil veces en los infiernos dejaba ver un esqueleto maltrecho. Su espalda encorvada dejaba entrever una columna destrozada, con un crujido que asemejaba al de los ancianos árboles al caer.
Extiende una mano hacia lo que sería el cielo de poder verlo. Una esfera negra comienza a formarse en su mano. Siervo díscolo y amo cruel vuelven a reunirse en aquella sala de espanto.

- ¡¿Para qué me habéis llamado?! - preguntó con una voz surgida de las profundidades

- Quiero rescatar al mago que tienes encerrado - se atreve a hablar el que aferra la piedra

De aquella garganta surge una risa divertida y atroz

- No es tan fácil como quieres creer - responde - pero por entregarme a mi esclavo, te acercaré a él ¡Y tú - señala al joven aterrorizado - por mancillar mi piedra, serás castigado!

De sus manos surgen pequeños hilos de fuego que comienzan a consumir la carne y las ropas del que recibe el castigo. Los gritos no tardan en llegar, y para asombro de la que lo acompaña, una risa descontrolada

- ¡Vamos, libérame de esta carcasa mortal!

Y al terminar la frase, caen en la oscuridad de un sueño profundo, muy profundo, más allá de las tierras que se conocen.

1 comentario:

  1. Mortales, tan frágiles. Aunque igual la muerte es mejor en algunas ocasiones.

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