28 nov 2011
Mi viaje
Durante los primeros días estuve viajando en solitario. A veces me sentía mal ante tanto silencio, y las noches eran lo peor. Todo ruido era una amenaza, y extrañaba la voz de mi hermana y las voces de mis amigos. Hasta que por fin hallé a un grupo de viajeros que delataban su cansancio y temor. Estaban huyendo, como tantos otros, y yo me había unido a ellos sin pretenderlo.
Me miraron desconcertados, pero aceptaron mi presencia como algo normal. Después vi como era algo común y aceptado por todos. La unión hacia la fuerza mientras otros se dedicaban al batallar. Pero un grupo tan grande destacaba, y nuestras primeras intenciones de sobrevivir fueron interpretadas como rebelión. Creyeron que eramos partidas rebeldes, dispuestas a sabotear a ambos ejércitos. Y había gente dispuesta, y preparada para luchar. Yo era uno de ellos, como un tesoro encontrado por casualidad.
Encadenado y llevado a la fuerza, me ofrecieron un trato. Encarcelarme o unirme a las filas de esa estúpida guerra. Ahora cuentan con un mago más, no soy el único. Mi poder se intensifica, y aprendo a tener una astucia que no podía aprender de otra manera. Tengo que luchar por sobrevivir.
Pero a la vez he ganado algo... que no podría llamar bueno. A pesar de que los magos que participan luchan en un bando, forman una facción independiente. Ignoran que maestro, o que especialidad en la magia. Te acogen y protegen, como un gremio. Sus planes se escapan de mi conocimiento ahora, pero tal vez sea la oportunidad de salir de todo este problema lo antes posible
27 nov 2011
Un deseo tenebroso
25 nov 2011
Amarga venganza
Después de aquel día fatídico, las cosas se fueron poniendo más o menos en su sitio. Conseguimos salir al fin de Dyl, sin problema alguno y con Hob surcando el cielo. Tras debatir entre que hacer y no, finalmente Darius se fue a buscar su barco, y nosotros continuamos nuestro viaje.
Es curioso el Destino, ¿cierto? Llegamos a parar a un pequeño pueblo en llamas, al cual ayudamos a apagar el fuego y a rescatar a quienes estuvieran atrapados. Y allí lo vi. Un hombre cubierto con una túnica casi tan negra como el color de su piel. Algunos habitantes de allí lo estaban intentando ayudar, y yo, impulsada me encontré ayudándolo a escapar.
Cuando huyó, lo perdí en el bosque incluso después de haberlo perseguido un rato. Aunque luego vi unos ojos rojos que me observaban desde algún punto de ahí. No eran los de Ethan, y quería imaginar que eran los de aquel a quien conocí hace mucho.
Escuché la voz lejana de Ethan, llamándome. Sin embargo quería averiguar de una vez por todas la identidad de mi acompañante. Hasta que lo encontré de frente.
Sí, era él. Con su piel negra como el azabache, sus ojos rojo sangre transmitiendo esa mirada recelosa a cualquiera, pero que, a pesar de que nunca lo dijera, escondía un profundo miedo.
Drek me observaba, y al preguntarle y confirmar su identidad, me sentí aliviada a la vez que enfadada. Aún me sentía defraudada por su desaparición. Pero al menos, estaba ahí.
Ethan seguía llamándome, estaba enfadado porque habían desaparecido sin más. Una vez tratado el asunto y haberlo llevado de nuevo al pueblo, regresé y encontré una pequeña hoguera.
Estuvimos hablando no demasiado tiempo, pues la conversación tomó un matiz desagradable. Al parecer, fue mi padre quien lo encerró en aquel lugar, y no contento con ello, mató a sus padres y a su hermano. Y para rematar la faena, Drek reclamaba venganza.
"¡Ni hablar!" Pensé. Le advertí que no dejaría que matase a mi padre y que lucharía contra él hasta la muerte si era necesario. Ahí quedó la cosa, tan solo tenía que llegar antes, con mi padre.
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Prácticamente estuvimos todo el día en movimiento. Sol, Aeryn y Hob fueron por su lado, mientras que Ethan, Ash y yo por el nuestro.
Al llegar a su casa, no tardé en pedirle explicaciones. Terribles realidades que hubiera deseado no conocer. Un hombre que lucha por prejuicio no merece el honor de un guerrero. Sin embargo, en ese momento el asunto era otro.
Drek apareció primero causándole heridas en el rostro, y después regresó cuando yo estaba presente, quedándonos los tres en la sala, conversando.
Y entonces comenzó todo. Un velo de oscuridad y una lucha a ciegas. Escuché una queja de mi padre, y sentí mi cuerpo cayendo sobre el de Drek para apartarle de su lado. A pesar de no poder ver, acerté con mi blanco. Ambos nos agarramos del cuello, pero él lo hizo con más fuerza.
Las mías fueron disminuyendo al mismo tiempo que las palabras salían de mis labios.
Porque... ¿qué culpa tenía yo de sus prejuicios? ¿Por qué tenía que sufrir la pérdida de mi padre a manos de quien siempre ha sido un gran amigo? Y creo que él lo comprendió.
Me intenté poner en su lugar varias veces, y para apagar el fuego de su ira mentía diciéndole que yo en su lugar no mataría a su padre. Sí, mentí, pero cuando me sostenía del cuello y "vi" de pronto la amarga realidad, abrí mi corazón una vez más.
No quería perder a mi padre, prefería que su mano apretara con toda su fuerza mi garganta hasta hacerme soltar el último aliento. Entonces sí que le dije la verdad. Si yo fuera él... no querría hacerle pasar el dolor de perder a un ser amado por simple venganza. No, nunca a un amigo.
Al acabar de hablar y sentir menos presión en mi cuello, simplemente se marchó.
Y cuando recuperé la visión, tan solo me aseguré de que todo estuviera en orden. Con un beso me di por despedida.
21 nov 2011
La Antípoda
Y ahora la muchachita que había iluminado en mi oscuridad lo echa todo por tierra.
Por años he huido de todo lo que había conocido en mi tiempo en la superficie. El color de mi piel y de mis ojos atraen la hostilidad en todo lugar. A la par de las acusaciones y de prejuicios, me he convertido en lo que todos deseaban encontrar en mí. Una sombra de la que desconfiar, un suspiro en mitad de la noche que nada bueno puede traer.
A veces he tenido que volver a lo profundo hasta que se calmasen las fuertes tormentas que provocaba. Fácilmente podía encontrar las entradas a mi verdadero hogar, pero no acogerían a un desertor que había pasado tanto tiempo en la superficie. Había olvidado las costumbres, los gestos. Y la supervivencia en la superficie no era igual en la Antípoda.
Una mirada podía suponer la muerte. No importa cuan bajo estés en la escala social o de poder, cualquiera hará lo imposible por pasar por encima de cualquiera. Apenas duraría días. Había decidido no volver, pero ahora volvía a estar todo en duda, fuera de lugar
16 nov 2011
Comienzos IV
Todo se complica.
13 nov 2011
Nota
Volvía a sentirme lleno con la fuerza que me embargaba en el tiempo en que podía destruir todo mi mundo. Todo aquello había pasado, pero ella me hacía recordar, con su fragancia que evocaba grandes cosas.
- ¿Estás lista? - le pregunté mientras me acercaba a ella, contemplando su fragilidad. Su respiración temblaba, y lo hizo aún más cuando mi voz rompió el silencio.
Asintió lentamente al rato, tal vez asustada
Con sus frágiles dedos, tanteaba, intentando buscarme en su oscuridad. Su rostro se ilumina ahora por una frágil luz azul hielo que surge de mis dedos. Así, parece más un ángel que nunca. Entonces su expresión cambia, se relaja y pierde toda sombra de temor inicial.
Abre los ojos, que parecen cubiertos por un velo blanco. Un velo empapado de recuerdos, de los que tal vez fueran los más tiernos de su vida. Un asomo de sonrisa aparece, temblorosa, y mira al vacío. Se encuentra muy lejos de este lugar. Toma mi mano con cariño, que sigue acariciando su piel. Ahora parece mirarme, embargada por la cantidad de recuerdos que la abruman.
Su voz se ha convertido en un frágil hilo que hay que recoger con delicadeza. Se deja guiar hasta el lecho, donde nos tumbamos para dejar que las horas caigan sobre nosotros. Faltan las palabras, pero nos faltan noches también.
Al fin, ella concede a olvidar de nuevo, para regresar a un presente que tal vez esté fuera de lugar para nosotros. Es tanto lo que hemos vivido. Todo lo que nos une también debería separarnos. Me siento como el que tuvo la llave de su infortunio, y la dejara descuidada para que cualquiera pudiera tomarla. Y así fue.
Pero en sus ojos hay perdón, sin la necesidad de que se lo suplicase. Tan solo callamos durante unos instantes, para después hablar de las impresiones, las huellas que nos dejó el pasado. Después, de nuevo, la oscuridad y el silencio
-- Rememorando estas palabras cuando huye el sueño, y deseando también poder retroceder