El portal acababa de cerrarse tras dejar pasar a la elfling, que acababa de perder parte de su inocencia y de lo que conocía como su vida. El ilusionista se dejó caer finalmente en su sillón, del que se había alzado para detener aquella pelea.
- Esto ha sido un error, lo sabes.
- Sé lo que ha sido, gracias. Si no tienes nada constructivo que aportar, puedes callarte.
El silencio se hizo en la sala, mientras Anthica se sentaba a su lado, mirando al techo con gesto aburrido. Aunque en su mente había muchas preguntas.
- ¿Sabe Sol que tanteabas a Iefel?
- ¿Sabe Sol que tratabas con la pequeña? ¿Hmm? ¿Qué crees que le interesará saber más?
- Estoy dispuesto a escuchar todo lo necesario. ¿Qué es lo que me interesa saber? - preguntó Sol, que había caminado hacia la sala en silencio y captado las últimas frases de la conversación.
Anthica sonrió de forma burlona, para después acercarse a su maestro con pequeños saltitos de alegría, traviesa.
Zekkyou, en cambio, solo acertó a ponerse una mano sobre la frente y esperar la tormenta que estaba por llegar. Daylosh, que estaba siguiendo a Sol, tomó uno de los libros en la biblioteca y se sentó a leer, como si todo aquello no tuviese que ver con él.
Anthica esperaba el momento oportuno, bajo la mirada curiosa del maestro.
- Adivina qué muchacha ha descubierto la verdad sobre su madre... y adivina a quién se lo podemos agradecer... - dijo, girándose para mirar a Zekkyou desde su posición.
El rostro de Sol pasó por varias fases... La incredulidad, la ira, el miedo, la duda. Se acercó lentamente al que había "traicionado" la confianza de aquel grupo, sus secretos... desvelando uno de ellos que pesaba sobre muchos incluso pasado tanto tiempo.
Le tomó de la pechera con fuerza, para encararse con él a la misma altura. El quejido de Zekkyou apenas fue audible, rehuía de esa mirada que le aseguraba un castigo ejemplar. ¿Conseguiría el final a su existencia?
Lo sacudió intentando obtener más de él que ese miedo, que esa cobardía que estaba realizando. Después, ni siquiera era capaz de vislumbrar qué haría con él. En ese tenso silencio, lo suelta en el suelo, con cierta violencia.
- Lo han descubierto. ¿Qué ha sido de ella? ¿Y de su padre?
Anthica, todavía testigo, quiso aportar: - Dicen que al borde estaba de la muerte... Todo parece haberse derrumbado tras eso...
- Merecen saber la verdad. La ignorancia es casi tan cruel como su ausencia. - dijo Zekkyou, alzándose lentamente del suelo, con voz temblorosa. Seguía mirando al suelo, pero de algún modo había sacado valor para hablar.
- Pues reza a los dioses porque ella no desee estar ausente también de entre los vivos. - exclamó Sol, con la voz alzada y retumbando como si fuera un trueno. - Algunas verdades deberían estar enterradas para no herir a los que todavía caminan.
Y con paso enfurecido, abandonó el lugar, cerrando las puertas con violencia detrás de sí.
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