29 nov 2015

Estaba temblando sin apenas control, desde que me había comprometido a acudir a aquella extraña cita como una oportunidad única. Si era tal y como sospechaba, esos hombres y mujeres planeaban la travesura de pasar por debajo de la ley, a espaldas de Lord Thross, para curiosear lo que serían los bajos instintos de nuestra sociedad y dejarse llevar...

No pensaban las consecuencias, y mi distancia con mi sobrino parecía satisfacer a aquellos locos para compartir tal evento. Creían que era de confianza, que nada diría a mis allegados. O puede que pensaran que mi alma estaba tan deshecha por la condición que todos me atribuían, que podía no importarme nada ya. Parecía ser lo peor de todos ellos, así que nunca podría negarme a asistir sin ser un verdadero idiota.

Conseguí todo lo necesario y esquivé las preguntas tan incisivas de Therin, siempre tan oportuna y dispuesta a descubrirlo todo. Pero ella no debía saberlo, nadie en realidad. ¿Podrían pensar que estaba sumergido en ello desde el principio, como parecían creer mis nuevos amigos y guías hacia ese submundo de oscuridad y perversión? La simple idea me daba vértigo.

Pero nada comparable a lo sentido cuando ella apareció a mi vista. Estábamos allí, ya embriagados por los exóticos aromas y el alcohol que no dejaba de correr por bandejas y bandejas, que parecían no tener fin. Incluso sentía las ganas de beber para ahogar con sus fuertes sabores la angustia ante semejante espectáculo. Baile, hombres y mujeres en actitudes que a mí se me hacían inauditas de contemplar, y el miedo brillaba en sus ojos. Sentí cómo se contagiaba ese miedo cuando la vi.

Apenas vestida, aterrorizada, más preocupada por el pequeño que había a su lado que por su propia integridad. ¿Sentía miedo alguna vez? Empezaba a creer que siempre había fingido ser una chica cobarde, asustadiza. Porque lo que estaba dispuesta a hacer por cualquier motivo que se le ocurriera, no tenía otra explicación posible.

Era una terrible casualidad que hizo que mi corazón se oprimiese, pero no tardé en comprender. Los Dioses debían haber dispuesto aquel momento para acabar con la locura de la que éramos testigos. Juntos podríamos con todo.

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