9 mar 2017

- Te dije que no debías decírselo.
- Creo que necesita ver una salida, o al menos, una meta a la que no quiera llegar.

El doctor, el sanador de la aldea que no dejaba de crecer, se mantenía apoyado en uno de los sillones del cálido salón. De forma algo tensa, mantenía las manos fuertemente apretadas en el respaldo del mismo, mientras observaba a su interlocutora.

Aquel sitio se había convertido en lugar de encuentro habitual, en los que habían habitado las conversaciones más triviales y también las más tensas. Como aquella, que encajaba en el último grupo.

Benko le observaba, esperando una respuesta, mientras daba un suave sorbo de su copa. No era el mejor vino que había probado, pero se dejaba beber.

- Conociéndola como la conozco, te diré que esto la llenará de temor. Y que puede precipitarse a esa misma expectativa intentando evitarla.

- Puede que no la conozca tanto, pero si durante toda su vida ha intentado algo y ha ido a peor, habrá que intentar cambiar de método. - razonó ella, poniéndose en pie.

Con calma, tomó la botella y rellenó la copa de su compañero, que había bebido de un trago la primera invitación. Decisión que Benko ya sabía errónea por cómo le sentaría en un futuro no muy lejano, pero era su modo de actuar cuando estaba nervioso... y empezaba a apreciar sus costumbres y gestos.

Una vez estuvo servido, él dejó de aferrar el sillón para tomar la copa y sentarse al fin.

- Puede ser, puede que funcione.

Benko sonrió y se sentó en el brazo del sillón que ocupaba Xanos, con calma.

- Todos sabéis que es fuerte, pero esconde mucha más fortaleza incluso. No caerá.

El doctor asintió, mientras miraban, sin saberlo, a la hoguera al mismo tiempo.

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