Viajé para solucionar el asunto de la
catedral, luchando contra una criatura monstruosa a la que finalmente
pude derrotar con la ayuda de Falk... que ahora yace en coma.
Maldita sea, y la cosa no queda en eso.
Son demasiados sucesos en tan poco
tiempo.
Esa vez en la cual sentí todo tipo de
sensaciones. Esa vez... cuando mis sentidos estaban nublados por el
exceso de alcohol y experimenté el tacto de mi primer beso. Con
Andrea.
Y una vez liberada mi nube, pude
corresponder libremente, pensando que no volvería a verla en mucho
tiempo y esperando que ella viniera algún día a buscarme.
Pero... ¿por qué?
Es solo un murmullo el que me dice
“déjate llevar”, pero el resto de mi ser me advierte las
consecuencias de todo esto. Y en tan poco tiempo no he podido
alcanzar más que un sentimiento leve.
Ahora he vuelto a Uppsala, y las cosas
no van nada bien. Ella me dijo que tenía que ir a Estocolmo, donde
comenzaron una serie de catástrofes que se mudaron después a su vez
en la pequeña ciudad blanca a la que fui.
Y no contestaba. Nadie sabía donde
estaba ella.
Ya no aguanté más y tuve que partir en busca de un rastro, una respuesta.
Aquí está ahora, herida, pero a salvo a mi
lado. Han habido más besos fugaces, y mi cuerpo por fin ha
conseguido relajarse después de toda la tensión acumulada en estos
días.
He logrado traerla de vuelta,
protegerla de aquello que amenaza ahí fuera. Aquello a lo que tarde
o temprano me tendré que enfrentar.
Y luego... ¿qué hago con toda esta
incertidumbre que llevo dentro? ¿qué significa para mí todo lo
ocurrido? ¿y Andrea?
Las respuestas no están por ninguna
parte, y de momento... tengo que centrarme en todo el humo que cubre
la ciudad de Uppsala.
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