No sé si aún he descubierto a lo que me enfrento. ¿Quién me diría que el Destino me acabaría llevando al mismísimo Infierno? Ya renuncié a los dioses, que permanecen dormidos ajenos a todo cuanto nos ocurre aquí. Al menos los Demonios, dentro de su naturaleza cruel o incluso indiferente, pueden ayudarme más que esos mismos a quienes tantas gentes adoran.
Era un lugar hostil, que no tardó en intimidarme. Más de una ocasión la pasé sentada, abrazada a mí misma y convenciéndome o intentándolo al menos, de que todo aquello no era real. Ethan había muerto, o eso me hicieron creer. Aunque yo sabía que en realidad todo era una trampa para asustarme, desde el principio.
Aún sabiéndolo, o sospechándolo, me acongojaron con visiones dolorosas e imposibles.
Quería hacerme notar, tal vez... incluso hacerme un hueco. Sé que será imposible, no soy más que una mortal. Pero por lo menos he conseguido llamar su atención.
Osada me llamaron... seguro que no saben hasta que punto. No sabía si pedir algo a cambio... es decir... Qué pedir a cambio.
Poder siempre suena bien, sin embargo había una petición mayor. Tenía que hacer algo, lo que fuera, para ayudar a salvar a toda esa gente que estaba muriendo de manera injusta.
Esperaba que mi información fuera suficiente para pedir un reclamo.
No deseaba un ejército bajo mi mando. Total, nunca he sido una buena estratega, tan solo la mano ejecutora.
Aún quedan unos años para comenzar la Revolución. Mis ataduras y obligaciones me impiden de momento intervenir en la masacre.
Solo unos años, Kyra... conseguirás no dejarlos indiferentes.
[Nuevo diario XIII]
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