11 ene 2017

Fuera del mar

La tranquilidad con la que se me había bendecido durante estos escasos días tocaba su fin. Una vida normal, solo atendiendo a mis hijos, intentando recuperar a Noruber después de esa traición. Podría haberme mantenido así, centrada en él, en mi familia y en mi causa. Esos serían mis mayores problemas.

Sin embargo, optar a eso significaba dejar morir a una criatura que se sacrificaba por nuestro bienestar en el mar de mi alma. No podía permitirlo, no soportaría dejarle morir. De modo que, a pesar de saber que esa opción volvería a traer problemas en mi vida, volvería a traer la tentación que ya ha sido probada y plenamente disfrutada... tenía que encontrarle.

Y por fin le tengo a mi lado de nuevo. Debo reconocer que extrañaba su voz en mi mente, su cinismo, sus abrazos. Ahora tenemos que ser distantes, y duele. Duele mucho. Sobre todo, su rechazo hacia esa criatura que juntos hemos creado. Sabía que no le importaría en absoluto, pero confirmarlo me hizo sentir tremendamente sola. Me hizo sentir el dolor de su propio hijo al verse renegado de su padre. Me hizo tener ganas de desaparecer para siempre de su vida para que nuestro hijo nunca tenga que conocerle.

Ahora me siento extraña, incómoda. No sé cómo explicarlo, es... no saber cuándo él nos está escuchando a mí y a Noruber. Es recordar aquello que hicimos. Verles casi al mismo tiempo. Como si yo no formase ya parte de mí y fuera Zandhur el dueño de mi cuerpo y mente.

Nunca podría explicar esta confusión, este dolor. Pero es a lo que me he arriesgado para que su alma no se consuma para siempre.
Tal vez todos tengan razón y nunca pienso en mí misma. Que debería ser más egoísta.

Supongo que es hora de aprender a serlo.


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