7 jun 2016

Engañarme es fácil. Me he lanzado a los brazos de una mujer a la que apenas empiezo a conocer. Creo que está tan asustada como yo, pero ya me he equivocado otras veces con las personas. Es complicado para mí ver señales, gestos, actos que podrían ser pasos para la traición.

Me cuesta dormir y también me cuesta, tal y como ella me dijo, llamarla porque tampoco en las noches consigue conciliar el sueño. Así el tiempo se pasaría más rápido, de forma amena, sin menos miedo. Si es un engaño, vivir felizmente en él durante un tiempo. Podría ser que solo nos necesitásemos durante unos meses. Quizás unas pocas semanas más.

Esa idea me molesta, me incomoda. No quiero esperar demasiado en ella, pero es difícil.

Tal vez no sea para siempre. Ni siquiera hasta que se acabe, sin medir el tiempo. Puede que seamos consuelo mutuo y después necesitemos separarnos.
He conseguido con ella aferrarme de nuevo a la vida con una nueva cuerda. Antes solo me ataba una, fuerte, pero también quebradiza con el paso del tiempo. Sigo caminando sin rumbo, esa es mi verdad.

Mientras, ella parece feliz en esta quietud para el alma. ¿Cómo explicarle que podría estar solo de paso? ¿Podría comprenderlo? ¿Podría soportar ese dolor?

Esa llama que me pide tanto de otros es la que a la vez les está hiriendo. Vuelvo a pensar en apagarla... hasta que la vida vuelva a prender, a iluminar con un sentido.

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