3 mar 2019

La Forja decide nuevos destinos

La caída fue breve, pero bastó para despertar a cada una de esas almas que habían sido desplazadas en contra de su voluntad. Muchas de ellas, si no todas, habían intentado vencer al sueño de la noche... pero una pesada sensación se cernía sobre ellas, y el resto era bruma. Hasta aquel momento.

En la oscuridad, el frío las atrapó al instante. Tardaron quizás demasiado en percibir qué estaba pasando, dónde estaban y quien faltaba.

Sera fue la primera en entender todo, y el llanto la sacudió hasta hacerla caer de nuevo al suelo. Allí golpeó con los puños hasta que no pudo más, y poco después se acercaría su hijo para intentar consolarla de alguna forma.

El vacío que ella dejaba era compartido, pero si podían lo expresaban de la forma que aliviase mejor el dolor.

Neera se acercó a Vasir, susurrando su nombre. El muchacho vio en su hermana demasiada calma, y le resultó imposible saber cuanto le dolía haber dejado marchar a alguien tan importante en su vida. Siempre resultaba esa figura estoica que a veces intimidaba, pero que siempre era alguien en quien apoyarse cuando había tempestad, como en aquel momento.

Ya acostumbrada la vista a las tinieblas que las rodeaban, Roldier ya sostenía en sus brazos a Alexandra. Su estado no había empeorado, pero el aturdimiento continuaba a pesar de la lenta recuperación. Se secó las lágrimas lo mejor que pudo y miró hacia el horizonte, intentando discernir algo en el escenario que las rodeaba.

Apenas una luz en el fondo. Quizás una ciudad lejana, quizás un campamento cercano. Y si era una ciudad, ¿era la que acababan de abandonar? ¿Sería seguro acercarse?

"¿Dónde estamos?" es la pregunta que les sacudió a todos.

"¿Y ahora qué?" es la que se hicieron parte de ellos.

Quien no parecía cuestionarselo era Neera, que ya volvía a cargar con su equipaje para volver a moverse y buscar un lugar más seguro en el que pasar lo que quedara de noche.

Su acción motivó al resto a levantarse y moverse lo antes posible. Era demasiado complicado mirar atrás. Tampoco era el momento de pensar en posibilidades, todo sería más claro, como el cielo, al alba.

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